1. Cruising on the rock


    Fecha: 05/12/2022, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Con mi amigo Quique solemos hacer todas las semanas nuestras excursiones en bicicleta. No hacemos carreras, pero sí nos vestimos con el culotte de ciclista. Ambos tenemos varios, pero uno lo tenemos igual, un azul oscuro con amarillo al lateral y la inscripción de una marca conocida sobre el amarillo en letras grandes y en vertical. Este lo usamos poco, porque como es igual, siempre queremos distinguirnos; sin embargo es el que nos ajusta más, porque fue el primero que compramos hace tres años, además, marca necesariamente mejor el paquete. Por todo eso nos gusta más, pero variamos con los otros. Yo tengo un hermano menor que yo, que es gay como yo, de nombre Isaac y es bastante afeminado. Isaac quiere que se lo regale porque una vez me lo vio puesto y le gustó como se notan los huevos y la polla. Pero no se los doy porque no le va eso de hacer ejercicio con bici, aunque que la suya es mejor que la mía.
    
    A lo que vamos. Por cierto, me llamo Rubén y al igual que Quique tengo 19 años, que cumplimos él el 8 de septiembre y yo el 12 del mismo mes. Ambos fuimos concebidos en sendas folladas que se dieron nuestros respectivos padres en el puente de la Constitución Inmaculada estando en los Pirineos de Andorra, donde se conocieron los cuatro esquiando. Ya se hicieron amigos.
    
    Hace dos semanas mi amigo Quique y yo decidimos usar el culotte de marras. Recuerdo que cuando salí de casa, bicicleta en mano y con los tirantes puestos sin maillot ni camiseta, verme dentro del culotte ...
    ... apretado, me hizo sentir muy a gusto y algo orgulloso, muy propio de mí que me gusta ser exhibicionista. Me empalmé, por supuesto, pero me monté en la bicicleta y me fui a casa de Quique que ya me esperaba en la puerta de su garaje hablando con su padre. Quique me vio sin maillot y se lo quitó para dárselo a su padre.
    
    — Ya te decía yo que está haciendo mucho calor, —le dijo su padre.
    
    Me acerqué, nos saludamos y su padre nos dio las obvias recomendaciones paternas. Quique a todo contestaba:
    
    — Sí, papá.
    
    Decidimos arrancar y, mientras nos podía ver el papá de Quique, yo seguía a mi amigo hasta las afueras de la ciudad. Una vez enfilados en el carril bici seguimos todas las normas hasta cierto lugar donde tomamos una carretera no muy señalizada ni con línea media y nos pusimos uno al lado del otro. Íbamos hablando y solo pasó un coche que venía por detrás y nos arrimamos al lado, luego seguimos hablando.
    
    Quique me dijo:
    
    — Llevó condones.
    
    — Yo también, siempre los llevó, —le dije.
    
    — Dentro de tres kilómetros o todo lo más cuatro hay un camino de tierra y piedras y conduce a un lugar de cruising.
    
    — ¿Encontraremos a alguien con el calor que hace?, —pregunté.
    
    — No he venido nunca, me he informado bien y dicen que siempre hay chicos, —me contestó.
    
    — A probar suerte, pues. —dije.
    
    — Dejaremos las máquinas abajo, donde hay un taller pintado en rojo, porque a partir de allí hay piedra y pueden malograrse las ruedas; solo nos pedirá dos euros, —así se ...
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