1. Tía religiosa se vuelve puta


    Fecha: 02/12/2022, Categorías: Incesto Autor: Donni, Fuente: CuentoRelatos

    Quiero que sepas sobre el siguiente relato, que no es fantasía ni fruto de mi imaginación, te voy a contar los hechos tal y como yo mismo los atestigüé.
    
    Breve contexto:
    
    Mi tía Mónica es una mujer de unos 50 años de edad, aproximadamente de 1.65 m de altura, con un físico acorde a su edad, pero con un destacable tamaño de tetas y caderas, en especial el culo, tiene el culo enorme, ancho, bien redondeado que resalta hasta con la ropa más floja que encuentre. En fin, es una de esas mujeres religiosas que se esmeran tanto en ser devotas y cuanta cosa, pero vaya pillada la que le he dado.
    
    Ella vive con su esposo, ya anciano y enfermo. También con Agustín, quien no es su hijo, pero como si lo fuera, ya que ella lo cuida desde que era un niño pequeño. Prácticamente lo adoptó con la intención de rescatarlo de una mala vida, y de reflejar ser una buena devota. En fin, los años han pasado y Agustín recién hace unos meses cumplió la mayoría de edad. Es un joven simpático.
    
    En fin. Ya intuirás por donde va la situación.
    
    Mi tía vive al lado de mi casa, puedo ver su techo de lámina desde mi terraza, hace semanas repararon su techo y por cuestiones económicas, reemplazaron una de las láminas de metal por una plástica transparente (que es más barata). Por las noches puede observarse el lavadero dentro de su casa sin ningún problema, y fue esto mismo lo que me permitió ser testigo de lo siguiente.
    
    Fin del contexto.
    
    Ahora si viene el ahuevo chismecito.
    
    Hace dos ...
    ... noches alrededor de la 1:00 am, salí a fumarme unos cigarrillos a la terraza, me asomé al balcón y vi la luz encendida en casa de mi tía.
    
    Mi tía Mónica se encontraba lavando ropa en el lavadero, tallando a mano (los que sabrán de pobreza tercermundista entenderán de que hablo) tenía un bote lleno de ropa, su enorme culo temblaba con cada sacudida que daba al restregar la ropa.
    
    Ella llevaba puesto un baby-doll muy delgado, casi transparente, la amarillenta luz del bombillo hacia transparentar unas bragas negras, delgadas, entrometiéndose entre sus enormes nalgas cada vez que se reclinaba por una nueva prenda.
    
    Vaya culo tía Mónica, pensé.
    
    -Agustín, ¡tráeme tu ropa de una vez, que quiero terminar de lavar todo esta noche! – dijo tía Mónica.
    
    -Voy – dijo Agustín, llevando con él unas cuantas prendas más.
    
    -¿Estas son todas?, ¿seguro no tienes más ropa sucia? Porque si llego a ver que dejaste ropa apestosa de nuevo en tu habitación ¡juro que te pongo a lavarlas a ti mismo!
    
    -Sí, estoy seguro, esa es toda.
    
    -¿Y esa camisa? Mira nada más, ¿en dónde te revuelcas jovencito?, quítatela, voy a lavarla de una vez. – dijo imperativamente
    
    Agustín obedeció.
    
    -Quítate esos pantalones, que también están sucios
    
    -¿Qué? Pero ¿con que voy a dormir esta noche? – replicó el chico, un poco apenado e incómodo.
    
    Ya es mayor, y mi tía parece no darse cuenta que él ya no es el niño de antes, ni lo incómodo que resulta que te traten de manera infantil cuando ya eres casi un ...
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