1. Ella (I)


    Fecha: 29/11/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... con el móvil, mierdecilla —
    
    Así que me despedí de los compañeros poniendo una excusa estúpida, noté como algunos de ellos notaban mi exagerada erección y salí a la calle muy avergonzado. Hacia algo de fresco y me dirigí a una de las calles principales de alrededor. Espere mientras se me helaban las pelotas. Al menos así me bajaba la erección porque notaba como la gente miraba entre divertida y asqueada. Miraba el reloj del móvil cada cinco minutos. Me estaba agobiando, comiéndome la cabeza ¿Y si no venía? ¿Y si lo había hecho para librase de mí, el pervertido mirón? Capaz era de hacerlo. Con que cara aparecía yo el lunes en la oficina, me cago en mí puta vida. Una hora después, la vi acercarse y nos montamos en el taxi. Ella habló para dar la dirección de su casa y allá nos fuimos. Callados. Bajamos en su número y la seguí como un niño lo hace con su madre.
    
    Al entrar en su casa y se quitó el abrigo despreocupándose de mí, pero se volvió hacia la entrada y me agarró de nuevo la entrepierna como en la barra del bar y me besó. Fue un beso largo, invasor y húmedo. Entre el dolor de su presa y la excitación del beso, mi pene alcanzó su máxima expresión. Jamás había estado excitado de aquella manera y ella lo sabía. Dejó de besarme, pero mantuvo agarrado mi sexo, mirándome con esos ojos negros, como un depredador exultante mira a una presa vencida, con una expresión de triunfo en la mirada. Me apretó más allí abajo y yo gemí al sentirlo. No por la presión, sino de puro gozo ...
    ... libidinoso. Me guío por el pasillo hasta el salón tirando de mi paquete.
    
    — Ahora, mientras me pongo cómoda tú te vas a ir desnudando hasta quitártelo todo —
    
    Lo hice mientras ella miraba, sentada en el sofá. No demostraba ningún tipo de excitación sexual que yo viera. Y allí me quedé, desnudo y con una erección de caballo. Ella comenzó a desnudarse sin dejar de mirarme a los ojos. Joder, era preciosa: piel morena pero no oscura. Unos pechos redondos y llenos sin ser exagerados… y aquella peligrosa mirada que me atravesaba y que parecía saber lo que pensaba en lo más oscuro de mi ser.
    
    — ¿Qué? ¿A qué te mueres por hacerme el amor y restregarme tu pichita? No respondas porque viendo cómo tienes la verga ya sé la respuesta, mierdecilla —
    
    Lentamente se abrió de piernas y vi su sexo mientras me moría de deseo. No lo tenía rasurado, pero sí muy cuidado y con abundante vello
    
    — Por ahora, solo vas a tener mi conejito para comer y puede que solo tengas eso. Y más vale que lo hagas bien, pervertido —
    
    Me lanzo el tanga que se había quitado y me dijo – Pero antes ponte esto —
    
    Me puse su tanga sin pensar en nada que no fueran sus órdenes y era ridículo, no había tela suficiente para tapar la erección, me venía muy pequeño y apretaba mucho mi escroto. Pero lo había ordenado y me excitaba obedecerla, sin cuestionar nada por ridículo que fuera, como aquello. Además, aquello era degradante y me sentía como algo de su propiedad, su putilla, como si algo hubiera encajado en mi ...