1. Ella (I)


    Fecha: 29/11/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... perdonara mi torpeza pero el brillo de sus ojos no bajaba en intensidad, aunque de sus labios saliera un “no pasa nada, no te preocupes”. Aquella noche estaba preciosa a mis ojos: llevaba unos leggins negros ajustados, y un jersey largo que disimulaba sus formas y llegaba hasta debajo de su culo privándome del espectáculo de sus formas sinuosas.
    
    La noche continuó y en un momento dado fui al baño. Ella salía del suyo y nos cruzamos en el pasillo. Cuando estaba a mi altura se paró delante mía. Mirándome como se mira a una mosca que te molesta en la comida. Sentí como su mano me agarraba el paquete y mas que una mano, parecía una garra. Su mirada me tenía subyugado. Apretaba fuerte y comenzó a molestarme. Aquello se prolongo durante unos segundos mas y la presión cedió. Me di la vuelta para mirarla mientras el dolor empezaba a subir, ella siguió como si no estuviera allí y no existiera. Entre al baño, pero nada, no hubo manera de mear: tenía una erección como nunca había experimentado. No sé si era el dolor, la excitación, la sorpresa o una combinación de todas.
    
    Volví a la sala y la erección seguía. Me estaba empezando a agobiar y eso espoleaba mi reacción en la entrepierna. Intenté distraerme yendo a por una copa, pero la sentía ahí abajo pulsando, recordándome el golpe y la total indiferencia de ella. Como si fuera un castigo impersonal. Noté una presencia y ahí estaba, con ese brillo en los ojos: acerado y cortante, frio y abrasador a la vez. Me sentía como una gacela ...
    ... condenada en los documentales de la sabana africana. Y claro, la erección ahí seguía, evidente a plena vista. Me volví a disculpar con ella y pareció relajarse, así que la invité a una copa y charlamos sobre las tonterías del trabajo.
    
    — Cuando estamos en la oficina, no paras de mirarme como un gilipollas —
    
    Comencé a balbucear tonterías, intentando justificarme, yo no quería que me considerara ningún pirado. Pero internamente sabia que poca defensa tenía. Me sentía como un estúpido.
    
    — Cállate — me susurro o me grito, no podría decirlo y, a pesar del ruido reinante, pude oírla perfectamente.
    
    Me quede helado. Como un niño al que sorprenden liando alguna. Paralizado y expectante. Aquellos ojos me controlaban y en ese momento me decían que debía obedecer. Desafortunadamente, mi pene por lo visto tenía sus propias reglas y la erección se redoblo, hasta el punto que ya era notoria para cualquiera que quisiera mirar. Y por supuesto, ella la miro y luego me miro a la cara.
    
    — ¡Vaya! Parece que te pone cachondo recibir órdenes. Lo suponía, tengo un radar para los hombres como tú —
    
    Echó una mano a mi entrepierna, agarrado mis testículos sin ningún cuidado. Dolía, pero me sentía afortunado, incluso hasta feliz. Internamente prefería aquella clase de trato, fuera el que fuera, antes de seguir conformándome con nada.
    
    — Te voy a decir lo que vamos a hacer. Ahora mismo te vas a ir y me esperas con un taxi hasta que decida ir. No olvides mandarme la ubicación de donde estas ...
«1234...»