¿Volverás a dejar que juegue contigo, Rosalía?
Fecha: 19/11/2022,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos
... coño una vez y ya se corrió. Vi cómo su coño se había abierto cómo una flor en primavera y de él salía una pequeña cascada de flujos espesos cómo el aceite que me tragué con lujuria. ¡Qué rica estaba!
Cuando se recuperó del tremendo placer que sintió. Agarré la polla dura y mojada y se la acerqué al coño, Rosalía, asustada, me dijo:
-¡Meter, no!
-No, solo te la voy a frotar.
No las tenía todas con ella.
-¿No me está engañando?
-No, confía en mí.
Froté mi polla desde el periné al clítoris de abajo a arriba y de arriba a abajo. Por vez primera comenzó a gemir, y gimiendo levantó el culo para que también frotase la cabeza de mi polla en su ojete, y la froté, y al rato empujé y la cabeza entró un poquito, y empujé en la vagina y también entró un poquito, y volvía a frotar de abajo a arriba y de arriba a abajo. Rosalía ya no apartaba la vista de mí. La calentura hizo que olvidara la timidez. Cogió las tetas y se las magreó, y cuando ya estaba muy, muy cachonda, jugando con mi polla en su vagina, me cogió las nalgas, tiró hacia ella y metió toda la cabeza dentro, y me dijo:
-No se corra dentro, por su madre se lo pido.
-Tranquila, no soy tan cabrón.
Poquito a poco se la metí toda y luego la folle. Pasado un tiempo, a Rosalía se le nubló la vista, y de nuevo, susurrado, dijo:
-Me corro.
Se corrió como una jabata. De su coño salieron cantidad de jugos que bañaron mis huevos y ...
... mojaron la hierba mientras se sacudía debajo de mí cómo un junco ante un temporal.
Había despertado la traviesa que llevaba dentro. Me cogió la polla y me la sacudió cómo si estuviera haciendo un batido. Hasta apretaba los dientes para darle con más fuerza. Cómo vio que no me corría, se puso a cuatro patas, y me dijo:
-En el culo se puede correr que no quedo preñada.
Lamí desde el coño al ojete varias veces, después se lo follé mientras le magreaba las tetas, y luego volví a frotar desde el coño al ojete, metiendo el glande dentro de la vagina al llegar al coño y en el ojete al llegar al culo... Y metiendo la punta del glande en el ojete empujó con su culo y lo metió. La cogí por la cintura y le di caña. Me ponía malo viendo cómo mi polla entraba y salía de su culo y sintiendo cómo gemía, cómo empujaba hacia atrás... Llegó un momento en que no aguanté más y me corrí dentro de su culo. Rosalía dijo por última vez, susurrando:
-Me corro.
Comenzó a gemir y a temblar. Le temblaba el culo, le temblaban las piernas... Le eché las manos a las tetas, se incorporó, echó una mano a mi nuca, giró la cabeza y me comió la boca mientras el placer recorrió su cuerpo.
Al acabar de follar, vistiéndose, tenía de nuevo la cabeza gacha y parecía que se moría de vergüenza. Le pregunté:
-¿Volverás a dejar que juegue contigo, Rosalía?
-No.
-¿Nunca?
-Nunca es mucho tiempo, señor Enrique.
Quique.