1. La Amistad


    Fecha: 18/10/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Yo siempre lo he dicho, en esta vida no hay nada como la amistad entre tíos. No creo que nadie que tenga un amigo de verdad ponga en tela de juicio esta afirmación. Para aquellos que no tengan la buena fortuna de tener un amigo, les puedo dar el proverbial botón de muestra.
    
    Puri y yo llevábamos 10 años de casados, ella trabajaba en una agencia de viajes y yo en un banco. No tenemos hijos porque hemos decidido que nos gusta la independencia, viajar a menudo y disfrutar de un mejor nivel de vida al no tener los gastos que dan los hijos. Puri es mas bien alta, 1,75, pelo moreno claro, grandes ojos marrón claro casi verde, cara dulce y atractiva, grandes y firmes pechos, estrecha cintura, grandes caderas y nalgas, piernas quizás un poquito gruesas pero largas y bien torneadas. Nos casamos muy jóvenes, a los 18 y 20, así que ella tenia 28 y yo 30 años cuando sucedieron los acontecimientos que relato. Nos llevábamos bien, pero al cabo de diez años de casados nuestras actividades sexuales, que nunca habían sido nada del otro mundo, se hicieron aun mas rutinarias e infrecuentes. En el mas puro estilo del misionero, yo me ponía encima de ella, hacia mi ejercicio, me corría y a dormir. Este excitante acontecimiento tenia lugar, como máximo, una vez por semana. Yo, con delicadeza (al menos eso pensaba yo), una vez sugerí a Puri que quizás podíamos hacer algo para poner algún picante que estimulara nuestra vida sexual. Cuando ella me preguntó cuál seria el picante yo sugerí que ...
    ... quizás podíamos probar algún intercambio de parejas. Puri contesto muy enfadada y ofendida que ella nunca haría eso y que solamente degenerados podían hacer cosas así, que me había creído, ¿era esa la opinión que yo tenia de ella? ¿Yo pensaba que mi mujer era una puta?... Evidentemente, no era buena idea continuar la conversación, acepte mi derrota y... hasta la próxima.
    
    Una de mis aficiones es jugar al fútbol-sala. Suelo jugar todos los Miércoles y Sábados. Puri muchas veces viene a verme jugar y después del partido solemos ir a alguna pizeria y cenar allí. Un día, uno de los jugadores trajo a un amigo suyo para ocupar la vacante de otro que se había mudado a otra ciudad. Luis, así se llamaba el nuevo jugador, resulto muy simpático, era corredor de bolsa y como yo en el banco me ocupo de valores, teníamos bastantes cosas en común. Él era alto, casi 1,90 de estatura, de unos 34 años, de pelo y ojos oscuros, bien parecido, fuertes y anchos hombros, estrecha cintura que además del fútbol-sala hacia pesas dos veces por semana y se le notaba en su físico. Al cabo de un par de semanas, un sábado, le invite a que viniera a la pizeria con nosotros. Resulto encantador, con buen humor, buena conversación, piropeó, de forma muy discreta y elegante, a Puri, hablamos de mil cosas y nos lo pasamos muy bien. Quedamos en que la próxima semana nos teníamos que reunir otra vez. Él dijo que la próxima semana traería a su mujer, Carmen.
    
    Cuando llegamos a casa, Puri comento que qué buena idea ...
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