1. Fiesta en la aldea


    Fecha: 14/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos

    Estábamos la señorita R, su chico, mi mujer y yo, en la fiesta de la aldea.
    
    Después de tomar algunos cuernos de hidromiel y cerveza, bailar alrededor de la hoguera, mi mujer lo hacía con tu chico y yo con la señorita R, nos separamos cada uno por su lado.
    
    La idea en principio era la de no estar juntos los cuatro como para no inhibirnos. Después de fiesta lo podríamos hacer porque nos conoceríamos mejor.
    
    Nos fuimos rumbo, los cuatro, a los aposentos de la posada que había en la aldea y creo que mi mujer se fue con el chico de la señorita R a un sitio algo así como la biblioteca o escritorio que tenían en una habitación al lado. Supongo que no irían a leer.
    
    En sus ojos se veía que deseaba a mi mujer que debo reconocer que no me importaba ya que yo me quede con la señorita R la cual, con ese vestido, el cual se lo había desgarrado mientras estábamos de juerga por el campo, le tapa lo justo
    
    Yo ya me había fijado mucho en la señorita R y me tenían perturbado y ahora teniéndola en carne y hueso junto a mí me había trastornado un poco.
    
    Me había calentado muchas veces imaginándome con ella. Había soñado con esos pechos grandes, como me gustan a mí, eran tan perfectas, tan bien diseñadas y con unos pezones rozados que me provocaban erección de solo pensar en ellos. Y ahora la tenía a mi alcance. Parecía un sueño, pero era la realidad.
    
    La imaginaba en mi mente acariciándose y metiéndose los dedos entre sus muslos suaves.
    
    Estaba tan excitado, como dije, que la ...
    ... conversación la llevé a terrenos lascivos y no pude más, la excitación era tal que la agarre y la subí encima de mí, subí su vestido y la empecé a restregar mi miembro en su culo, desde atrás salvajemente ya que es una de mis posiciones favoritas y puedo acariciarle sus pechos con ambas manos.
    
    Se estaba haciendo realidad mi fantasía y por ello estaba tan caliente.
    
    No quería acabar pronto para que gozáramos los dos, pero no sabía cuánto me iba a aguantar.
    
    La señorita R también estaba excitada.
    
    Yo la agarraba fuertemente de las caderas y hacía que se moviera atrás y adelante, al tiempo que empujaba mi miembro dentro de ella en forma desmesurada.
    
    Como noté que no podría aguantarme mucho más sin eyacular decidí cambiar de postura para hacer la unión más duradera.
    
    Prefería sentir su sexo, húmedo y cálido, tocando mi miembro sin penetración para conseguir una extraordinaria erección.
    
    Agarre mi verga y ella, instintivamente, se dio vuelta y separó las piernas como una bailarina aguardando que la penetrara.
    
    Me quedé admirando con deleite su sexo húmedo, ese que tanto deseaba.
    
    Estaban abiertos sus labios, húmedos, con una rojez impresionante, fruto de mis recientes embestidas.
    
    Su clítoris, erecto, asomaba entre sus labios, colorado y deseando ser chupado, cosa que decidí hacer.
    
    Deje que se sentara en aquel banco echo de un tronco, me eché atrás de rodillas y bajé mi cabeza metiéndola entre sus piernas.
    
    Saqué la lengua y la pasé lenta y minuciosamente ...
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