Mi amiga la directora
Fecha: 22/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: tintadigital, Fuente: CuentoRelatos
... comentario porque, si bien hablamos varias veces de temas sexuales nunca nos hacíamos referencias tan directas.
- Bueno, a veces uno tiene que ayudarse un poco.
- Pero mi amiga no te mantiene al día?, me respondió
- Tu amiga no es tan sexópata como yo, le contesté.
- Uff, no hables de esas cosas delante de los pobres, dijo suspirando.
- Dale, ¿cómo andan tus chongos?
- ¿Chongos? hace meses que no veo a ninguno. Desaparecen tan rápido como aparecen, me respondió Marta.
A esta altura de la charla mi excitación se había ido por las nubes. Me animé un poco más:
- No puedo creer que con lo buena que estás no haya nadie que te quiera dar. Decir que estoy casado, porque si no ya estaría acosándote.
- Jajaja, me hacés reír. Para mí las parejas de mis amigas son sagradas, me respondió Marta tratando de enfriar.
- Bueno, pero sabés que si necesitás un service, vivo cerca y queda entre nosotros. jajaja (mi risa final fue más de nervios que de broma).
Marta salió de la pileta y buscó una toalla para secarse un poco. No encontró una en su bolso y le ofrecí una mía. La fui a buscar y cuando volví estaba de espaldas a mí, escurriéndose el pelo agachada. Su hermoso y pequeño culo estaba en todo su esplendor. Me acerqué de atrás y, al borde de apoyarle mi pija me paré y le puse la toalla sobre la espalda. Ella se incorporó y dio un paso atrás para mantener el equilibrio, quedando mi pija erecta justo entre sus nalgas.
- Bueno, parece que la toalla viene ...
... con regalo, dijo Marta sin moverse ni un centímetro.
- Soy solo un hombre asistiendo a una mujer hermosa, le respondí mientras la abrazaba por la espalda con la toalla hasta cruzar los brazos sobre sus tetas.
Los dos estábamos calientes y nos estábamos prendiendo fuego. No hicieron falta más palabras. Empecé a mover mis manos con la toalla sobre los pechos. Sus pezones se pusieron durísimos, pedían más acción. Le empecé a besar el cuello por detrás y por los costados y ella comenzó a suspirar y largas pequeños gemidos. Dejé la toalla y subí el corpiño de su bikini, dejando las tetas al aire y sin sostén. Estaban firmes y enormes, no podía dejar de manosearlas, de dar pequeños pellizcos a los pezones. Mientras tanto mi pija se había acomodado en la raya del culo de Marta y nos rozábamos intensamente.
De golpe, solté sus tetas y la giré. Sin dejarla decir nada la besé profundamente. Nuestras lenguas se encontraron mientras le desataba la bikini. Primero la parte de arriba y después la de abajo. Me aparté un segundo, quería contemplarla totalmente desnuda. La recosté en sobre la toalla en el pasto, abrí sus piernas y empecé a besar su concha. Estaba empapada y, a medida que iba metiendo la lengua aparecían nuevos sabores y más humedades. Marta sólo suspiraba, jadeaba, gemía. Después de un rato (segundos, minutos, qué importa), empezó a gemir más fuerte hasta que acabó mientras yo seguía con mi lengua en su vagina.
Cuando terminó la miré a los ojos y empecé a besar su ...