1. Zacatlán


    Fecha: 17/09/2022, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pausado, sostenía mi cabeza con una mano mientras la otra no dejaba de apretar mi nalga, yo gemía al unísono, por la excitación que proveía Juan entre mis piernas.
    
    Desesperado por darme placer, como el macho que compite, ciego de deseo en el que todos se convertían, su boca paseaba copiosamente sobre todo lo que entre mis piernas había, y mi vagina respondía a cada movimiento de su lengua. Su barba de un día se enredaba con el pequeño pedazo de bello que había dejado apenas por encima del púbis, y retozaba su lengua por el borde mi vulva totalmente depilada. Comenzó a golpetear los labios de mi entrada que, para ese momento era un arrollo de placer, mordió el clítoris mientras succionaba lo que sus poderosos labios alcanzaban, deslizó dos dedos inquietos en mi interior, que despertaron un orgasmo que no hacía más que crecer hasta convertirse en un derroche de sollozos, gemidos, éxtasis y fuerza.
    
    No tuve más que dejar de sorber la verga de Alejandro, para poder reclinar mi cara en su pierna y dejar que el orgasmo escapara lentamente.
    
    Mis piernas se estremecieron, abrazaron a Juan, todos los músculos de mi cuerpo se relajaron, era una máquina de calor, una máquina de placer, una máquina de follar.
    
    Apenas pude recuperar aliento escalé a mi amante Alejandro, mi vagina escurría, segregaba orgasmo desde lo hondo de su interior. Lo abracé, lo besé, lo rodeé con mis piernas y dejé que la gravedad me deslizara hacia abajo, dejándolo entrar con facilidad, haciendo que ...
    ... liberara un quejido de gozo, como el de un toro que descansa.
    
    Con su empalmada verga inmóvil dentro, comencé a mover mi cadera contra su cuerpo, repasando mi clítoris contra la base de su bello púbico, todos los pliegues de piel que conforman mi vagina estaban en un estallido de sensibilidad.
    
    Respiraba hondo para aumentar las percepciones de la piel, mi cuerpo chocaba contra él, el sudor comenzaba a hacerse presente, mis muslos resbalaban en sus piernas, mis pequeños senos recorrían su duro pecho.
    
    Juan se había quedado hincado, se masturbaba frenéticamente, viendo la escena, en donde el perfecto trabajo que había hecho su boca, su lengua y sus dedos, servía para lubricar la deliciosa penetración que se fundía frente a el.
    
    Deleite de un sexo delicioso, dejé que mis cuatro machos vieran ese placer, esa dicha que demostraba al cabalgar a ese amante que se ocupaba de mi. Me agitaba el hecho de sus atención, me volvía el objeto de deseo, me volvía el recipiente de su excitación, me volvía su diosa y su fijación, promoviendo que su único propósito fuera mi placer y mi satisfacción.
    
    Poco a poco, mi cadera hizo que las rodillas de Alejandro salieran del área del asiento, sus piernas abiertas hacían que la penetración fuera intensa, casi recostado él, me incliné hacia hacia un lado suyo, exponiendo ese acto en donde nos fundíamos, en donde su pene desaparecía.
    
    Mis ojos buscaron a Ramón, lo vi por encima de mi hombro y entre gemidos le pedí que se acercara; él sabía, tenía ...
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