1. Ejercicio placentero


    Fecha: 06/09/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... incluye el postre”. Él tan solo sonrió mientras se vestía y salió de la ducha.
    
    Me quedé un rato bajo el agua caliente hasta que noté los dedos arrugados. Salí de la ducha y me cambié de ropa al lado de las taquillas. No entró nadie hasta que terminé de vestirme, cuando se acercaba la hora del cierre. Antes de salir del vestuario llamé a una amiga con la que había quedado por la noche para anular mis planes.
    
    Él me estaba esperando fuera pacientemente. Al salir me agarró de la cintura y me guió hasta su coche.
    
    - ¿Dónde me vas a llevar a comer?
    
    - Me has dicho que querías postre, así que te voy a llevar al lugar donde se sirve el mejor postre de toda la ciudad. Mi casa.
    
    Esbocé una sonrisa y puse mi mano sobre su entrepierna. Él se puso nervioso y dijo que eso lo desconcentraba. Yo en cambio seguí frotándola y metiendo la mano bajo el chándal. Cuando llegamos al semáforo ya la tenía fuera mientras le masturbaba. Aumentó su desconcierto cuando notó que mi otra mano estaba por dentro de mi pantalón.
    
    - ¡Mira que eres mala! Así que no puedes esperar a llegar a casa. Te vas a quedar sin comer si sigues así y vas a tener que pasar directamente al postre.
    
    - ¿Queda mucho para llegar? Es que tengo mucha hambre.
    
    Fue aparcar, me relamí los labios y me agaché a comérsela. Él cerró los ojos y se echó hacia atrás, pero solo me dejo un rato. Después me la quitó de la boca y salimos del coche. Le seguí hasta el portal, después al ascensor, entramos a su casa y terminamos ...
    ... en el dormitorio.
    
    - Así que aquí es donde nos vamos a tomar el postre, ¿no?
    
    - ¿Qué te parece?
    
    - Es bonito. Tiene personalidad. Pero lo que más me gusta es el cabecero de la cama.
    
    - Sabía que esto te gustaría.
    
    Me fui hacia él y lo tumbé en la cama. Me puse encima y lo besé. “Mira en el primer cajón” me dijo al oído. Me incorporé un poco y lo abrí. Allí había desde preservativos a esposas, cuerdas, una venda para los ojos, lubricante, aceites, velas y hasta un látigo. Aquello me dejó de lo más sorprendida. Así que le gustaban esas cosas, igual que a mí. Cogí la venda de los ojos y se la puse. Él no dejaba de sonreír. Después cogí las esposas y le inmovilicé las manos en el cabecero de la cama. Lo miré así atado y me entraron muchas ganas de jugar con él. Le mordí los labios y el cuello y seguí bajando. Tenía que haberle quitado la camiseta antes de esposarlo. Se la levanté y empecé a recorrer su torso con mi lengua. Cuando llegué a su parte de abajo, aquello ya tenía vida propia. Así que se los quité y me puse a tomarme mi postre. Primero despacio, después un poco más deprisa. Mientras disfrutaba con él me fui quitando la ropa. Como me gustaba escucharle suspirar y gemir. Era un sonido tan placentero. Seguí y seguí hasta que noté que él estaba a punto. Entonces paré en seco y me acerqué a su oído.
    
    - No quiero el postre tan pronto
    
    - Que te gusta ser mala conmigo. Te voy a tener que dar un escarmiento.
    
    Y dicho esto se quitó las esposas y la venda y me giró ...