1. Su piel, mi fetiche


    Fecha: 27/08/2022, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... prestigiosas del país. Moda, famosos, paisajes… Lo que me pusieras por delante fotografiaba. Maldito hijo de puta aquel que me hizo perder el prestigio con mentiras y su buena posición para influir en los que me contrataban. Amigos hasta en el infierno tenía. Y por no dejarlo meter la cabeza entre mis piernas, y saborear mis bragas, me vi de la noche a la mañana subsistiendo con reportajes de bodas… si es que la gente aun se casaba. Demasiadas deudas para cubrir con eventos solo los fines de semana. Hay veces, en la vida, en que decir que no a una polla sale muy caro. ¡Qué le voy a hacer, si lo que me gusta es otra cosa! Borraría de la memoria aquella noche en la que el director de la revista donde pensaba publicar mi última serie fotográfica me acorraló en el ascensor y metió la mano bajo mi falda. Su boca apresó la mía con violencia y apremio, sabiendo que solo tenía esa oportunidad. Llegó tan lejos porque no me lo esperaba, y porque no quería que se me cayera el equipo fotográfico al suelo, que si no, no hubiese podido hacerlo.
    
    Sus dedos recorrieron en un momento mi entrepierna, disfrutando del roce de la tela.
    
    El bofetón dolió, lo sé. A mí y a él. Me ardió la palma inmediatamente, con rabia, al igual que ardía mi pecho, de indignación. Pero lo peor fue su risa, mientras me apretaba la vulva bajo los dedos duros, y me pellizcaba el clítoris, con suficiencia. Grité de dolor, y eso pareció dejarlo satisfecho. Le encantaba provocar cualquier tipo de reacción, aunque ...
    ... fuera esa. Estaba segura.
    
    - Este coñito no lo puede disfrutar solo una mujer. Seguro que necesita una buena polla…
    
    No era la primera vez que me hacía una de esas insinuaciones tan groseras, pero sí era verdad que jamás se había atrevido a ponerme la mano encima. Mi cabreo era de tal magnitud que me importaba una mierda la excusa que pudiera tener, como por ejemplo el exceso de copas en la cena de trabajo de la que acabábamos de salir.
    
    Mi respuesta fue la que firmó mi sentencia de ir directa a la cola del paro. El escupitajo le impactó en el entrecejo, y resbaló dividiéndose a ambos lados de la nariz. No se lo esperaba; su cara de perplejidad lo decía todo. De verdad que pensaba que no podía ser rechazado por una mujer que trabajara para él, por muy lesbiana que fuera.
    
    Al menos le di por culo, vengándome con las fotos que a escondidas saqué de su insignificante verga a medio empalmar. Menos orgullo debí de tener, que luego me dejó sin trabajo. En vez de escupirle, debí salir corriendo del ascensor y recomponer mi ego mancillado poniéndolo a parir con mis amigas. Si al menos hubiera hecho algo con las fotos que le saqué por despecho mientras se la dejaba mamar por su secretaria en la sala de juntas tal vez tendría trabajo con otras editoriales. Si es que para chantajear… no valgo…
    
    Fotos pornográficas de tercera, entonces… Ni siquiera se necesitaba que fueran buenas, solo que no salieran movidas. ¿Se podía caer más bajo? No iba a hacerme otra vez esa pregunta, de ...
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