1. Disfrutando de una joven en un parque público


    Fecha: 27/08/2022, Categorías: Confesiones Autor: Orpherius, Fuente: CuentoRelatos

    Yo la vi primero. Bueno, supuse que era ella. No la conocía aún. Estaba al otro lado de la calle y pasaba en ese momento por un paso de cebra, tecleando en el móvil, la muy loca. Me estaba enviando un mensaje:
    
    [21:43] Vicky:
    
    ¿Dónde estás?
    
    [21:43] Eric:
    
    Te estoy viendo. Mira al otro lado de la rotonda.
    
    Iba vestida de negro, con un vestido muy ajustado que acentuaba la curva de sus caderas. Llevaba sandalias abiertas, sin tacón, y tenía el pelo muy oscuro, muy largo y liso. Crucé la calzada y llegué hasta ella.
    
    ―¿Qué tal? ―me dice sonriendo. Sus dientes delanteros, que le asoman ligeramente, le dan un aire gracioso.
    
    Nos dimos dos besos. Mi mano en su cintura. Rico contacto. Olía muy bien. Me sorprendió tenerla delante. Para ser una chica, era bastante alta, tenía mi estatura (¡menos mal que no llevaba tacones!), pero tenía una carita aniñada que la hacía parecer aún más joven. Yo debía sacarle casi veinte años.
    
    ―Bien, ¿y tú? ―le digo, algo cortado.
    
    Entramos a una cafetería. Ella pasó delante de mí. Dios, me costaba mucho no mirarle la silueta. El vestido, de una sola pieza, se abría en el busto con uno o dos botones. Tenía un escote muy discreto. Era elegante. Una cadenita muy fina de oro le colgaba sobre las clavículas. Me sentía un poco cohibido: ella era tan joven…
    
    Era una cita inocente, una toma de contacto, por ver si surgía algo de feeling. Yo no tenía pretensiones, más allá de eso. Nos sentamos en una esquina de la sala. Los asientos eran ...
    ... acolchados, una especie de bancos. Ella pidió una cerveza y yo, un cortado con algo de licor. No había mucha gente. Menos mal, porque yo seguía sintiéndome un poco incómodo. Por suerte, enseguida nos metimos en conversación.
    
    Ella hablaba de manera muy reposada, con aquella vocecilla, y se apoyaba todo el rato con los gestos de las manos, como si dibujara croquis sobre la mesa para explicarse mejor. Se mantenía siempre muy erguida. Su fino cuello acentuaba esta sensación.
    
    En muchas ocasiones teníamos que cuchichear, porque hablábamos de asuntos un poco "indiscretos". Nos contamos unas pocas experiencias personales. Algunas de las suyas me sorprendieron bastante. «Joder», pensaba yo, «con esa carita tan inocente que tiene». Pero ella parecía vivirlo todo con mucha naturalidad, como sin darle ninguna importancia. Me resultaba muy curioso. Transmitía serenidad.
    
    La velada fue transcurriendo muy relajadamente, la conversación fluía, y sin darnos cuenta había pasado cerca de una hora y media. Aparte de algún pequeño silencio, nos sentimos muy cómodos. Al menos esa era mi impresión.
    
    ―Yo invito hoy ―le dije cuando nos acercábamos a la barra, como anticipándole que me lo había pasado bien y que me gustaría quedar otro día.
    
    Al salir del local, ya noche cerrada y algo fría, la acompañé a su coche. Junto a la puerta, me acerco a darle un beso. Entonces, noto que su cuerpo tibio se acerca al mío un poco más de la cuenta y mis labios permanecen sobre su mejilla un segundo más ...
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