1. Mamá, morbo, y… estamos solos en casa


    Fecha: 07/08/2022, Categorías: Incesto Autor: MORADO SUBIDO, Fuente: CuentoRelatos

    Era una de noches de estudio con mi inseparable amigo de la "facu" y de aventuras Eduardo, esa misma tarde le había comprado a mi novia un traje de encajes de tangas y body calado haciendo juego, los que aún estaban en una bolsa de regalo sobre mi cama.
    
    Habíamos cenado con mis padres y ya casi las nueve de la noche decidimos encerrarnos a preparar el final que tendríamos en la “facu”, mi padre se retiró a su cuarto mientras que mi madre se dedicó a levantar la mesa quedándose sola en la planta baja, donde también está el dormitorio de mis padres, por lo tanto con Eduardo nos fuimos hacia la planta alta, sin dejar de percibir que con cierta mirada pícara me sonrió mi madre, mientras que su remera musculosa blanca se marca sobre escote provocándonos con sus hermosas lolas de cuarentañera.
    
    —Suban chicos, en un rato les llevo café.
    
    —Gracias Laura, —le dijo Eduardo, a quien también le sonrió dulcemente.
    
    —Cada vez más perra tu vieja, —me dijo Eduardo mientras subíamos las escaleras.
    
    —Tiene un nuevo amante (le susurre al oído) y van…
    
    —Es que con ese lomo y lo que provoca, cualquiera se rinde a esos antojos, ¿y tú viejo?
    
    —Bien gracias.
    
    Estábamos en mi cuarto entre libros y concentrados con Eduardo ejercitando formulas, esas integrales y complejas derivadas, cuando mi madre apareció con una bandeja con las tazas de café y un par de alfajores de chocolate, casi provocándolo dejó caer café sobre su propia remera, ese fue un gesto premeditado, como una invitación ...
    ... a que nuestros ojos fueran a parar sobre su escote, el que estiraba como limpiando esas gotas de café que más aún, dibujaban las formas de sus tetas sin soutien. —Eduardo me miró sorprendido.
    
    Me incorporé del escritorio y tratando de ayudarla vi cierto antojo en sus ojos y en el morderse (otra vez) de sus labios.
    
    —¿Te quemaste mami?
    
    —No, estoy bien, solo dolió un poquito.
    
    Pero sus pezones se habían marcado en un bajorrelieve debajo de la musculosa sucia de café, a la que anudó sobre su ombligo dejando al aire su vientre y mostrando que su short ajustado de tiro bajo estaba desabrochado, su biquini negro, que sensual enmarcaba su cadera hasta su entrepierna, pero al salir del cuarto advirtió el regalo para mi novia.
    
    —Y este regalo, ¿es para mí?, ¿encajes negros? Hmmm!!!
    
    —No Ma, es para Roxana, mi novia.
    
    Lo tomó y saliendo del cuarto se llevó el regalo, mientras yo la seguí por el corredor, cuando viendo que estaba detrás de ella, se volteó y poniendo su dedo índice sobre mis labios, me hizo callar y susurrando, —les voy a dar una sorpresa a vos y a “Edu”—. Me excitaron demasiado esas palabras, más, el modo de su susurro, verla manchada de café, sucia y con ese short desflecado, estuve a punto de comerle la boca, pero pensé que mi padre aún podía estar dando vueltas, por lo que me contuve, pero ella no, me dio un piquito en los labios… —Ya vuelvo bebe.
    
    Mi madre, Laura ya con sus 49 años estaba en lo mejor de su edad, su cuerpo era siempre una escultura ...
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