1. Juan y Gabriel (6)


    Fecha: 31/07/2022, Categorías: Gays Autor: Gabriel Vera, Fuente: CuentoRelatos

    Vino a recogerme en su coche, cuando yo había salido a caminar. Esperaba en un recodo del camino, escondido tras los árboles. Así evitábamos comentarios (esperaba yo, por lo menos), y podíamos ir rápidamente a lo nuestro.
    
    Nos dimos un beso nada más entré al coche, y enseguida fui a ponerle la mano en el muslo, pero me dije quieto, que así no salimos del coche.
    
    Como buenas personas nos contuvimos y salimos a la carretera. El motel está equidistante de nuestras casas. Yo nunca lo había visitado, y tenía curiosidad.
    
    Llegamos. Juan ya había hecho la reserva y entramos directamente del garaje a la habitación, que era amplia y luminosa. Nos daba igual la luz, la verdad, pero estaba bien saber que había un mundo afuera de nosotros.
    
    Sin decir nada me fui desvistiendo, o desnudando, que era como siempre quería estar con Juan. Una vez desnudo me fui a duchar; el agua y el jabón me hicieron sentir como nuevo; mientras me iba secando entró Juan a la ducha, y me quedé mirándole; el agua resbalaba por su pecho, su espalda, se me quedaba esperando cerca de los pezones, se acumulaba en su vello, se deslizaba por el pene. No pude acabar de secarme del todo, porque entré y bebí de él, según iba cayendo el agua, mamé de sus pezones, lamí su espalda, me llené la boca con su pene, saciando así la sed de aquel tiempo sin él. Pero no seguí adelante, sólo quería probarlo, comprobar que todo estaba como debía, y volví a salir y me terminé de secar.
    
    Había aprovechado también para ...
    ... besarle, y me estaba relamiendo de sus sabores, cuando salió del baño. Yo estaba ya esperándole en la cama, que había abierto. Estaban bajadas las persianas, no había ruidos por fuera, y dentro estábamos en silencio.
    
    No teníamos tiempo tampoco, pero justamente en el sentido contrario al habitual. No teníamos horario, por varias coincidencias podíamos disfrutar del día, de la noche y hasta el mediodía siguiente. Estábamos viajando sin saber a dónde, y sin saber a cuándo, y eso nos hacía felices.
    
    Nos sonreímos, se echó en la cama y empezamos a besarnos sin impaciencia, probando labios y gestos, a veces mucho tiempo, a veces sólo rozándonos como el aire a las ramas. A veces entrábamos con las lenguas a combatir la otra lengua, a usurpar la boca del otro, a batallar sin decir palabras que eran innecesarias. Como no puedo contar el tiempo, hablo de suposiciones, de lo que creo, no de lo que sé.
    
    Nos besamos mucho tiempo, y en uno de esos besos me di la vuelta, le moví para abajo, y en el espacio de la cabecera que quedaba me puse como pude y empecé a besarle al revés, labio inferior contra superior, para ir aprendiendo qué se podía hacer y cómo se podía mejorar.
    
    En otro de los besos sólo permití que sacara la lengua y le paraba y me dedicaba a lamerle la punta de la lengua; él se dejaba hacer, y yo me inventaba estos juegos para continuar luego cambiando de idea.
    
    Me puse a su lado otra vez, tocándonos. Le acaricié la cabeza, que me había impresionado desde el primer día. ...
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