1. Cuando le mostré mis pechos desnudos a mi hermano


    Fecha: 25/07/2022, Categorías: Incesto Autor: Mercedes, Fuente: CuentoRelatos

    Creo que nunca podré olvidar esa tarde en que le mostré mis pechos desnudos a mi hermano Oscar.
    
    Él me lo había pedido la primera vez de una manera tan simple y natural que no pude reaccionar indignada, como correspondía, sino permanecí muda y simplemente le dije que no.
    
    Un no que me salió en forma espontánea, sin buscarlo. Un no que seguramente venía desde un interior mío poderosamente condicionado por la estricta educación de mi familia.
    
    Oscar, que tenía en ese tiempo dieciocho años, o sea siete menos que yo, no pareció sorprendido de mi negativa, más bien creo que la esperaba, de modo que no hizo mayor comentario y siguió ayudándome en las tareas de ordenar algunas cosas en la bodega de nuestra casa de campo.
    
    Pero al día siguiente volvió a pedirme que le mostrara mis pechos desnudos y sin esperar mi respuesta, como asumiendo que de nuevo seria negativa, siguió moviendo cajas y sacos a los lugares que yo le indicaba mientras decía cosas en voz alta como hablando consigo mismo.
    
    Me decía que nunca había visto los pechos desnudos de una mujer, que se los había imaginado muchas veces, sobre todo se imaginaba los míos, que eran los que él tenía y sentía más cerca.
    
    Casi no hacía pausas al hablar.
    
    Me dijo que se imaginaba mis pechos redondos, como globos, que los veía grandes, ligeramente alargados, con unos pezones oscuros, directos, dilatados como dedos, rodeados de una aureola morada que brillaba en la oscuridad.
    
    Me dijo que él pensaba que a mi mis ...
    ... pechos seguramente me dolían por retenerlos a la fuerza dentro de mi sostén y que estaba seguro que mis pezones, en la noche, cuando yo me acostaba, deberían estar delicados y que yo me los acariciaba para apacentarlos y para que pudieran descansar el uno junto al otro tibiamente.
    
    Yo me di cuenta demasiado tarde que no debería haberle permitido hablar de esa manera, pero era el caso que Oscar me decía esas cosas como si en realidad estuviera describiendo lo que veía, como si nada pecaminoso hubiese en eso, de tal modo que al fin lo dejaba hablar como si yo no lo escuchara.
    
    Pero lo escuchaba. Era imposible no escucharlo y era muy difícil no creer en la sinceridad de sus palabras que me llegaban sin ningún dejo de malicia y únicamente las veía como la manifestación de una curiosidad sin límites.
    
    Era así que yo escuchaba lo que él me decía cada tarde, sin que por eso estuviese yo dispuesta a acceder a lo que me pedía, simplemente quería oírlo hablar, pensando también que de esa forma él podría descargar la tensión que parecía invadirlo debido a su deseo insatisfecho y algún día quizás ya no insistiría y olvidaría todo.
    
    Pero no sucedió así.
    
    Alentado por mi silencio se atrevió a contarme otras cosas y a decirme que ya el deseo de ver mis pechos desnudos se le había transformado en una especie de obsesión que no lo dejaba dormir tranquilo, que durante el día me miraba, sin que yo me diera cuenta y que estaba toda la mañana esperando ansioso que llegara la tarde para ...
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