1. Compañeros con privilegios


    Fecha: 29/06/2022, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Nos habían vuelto a confinar. El verano había sido un paréntesis que había cerrado con una nueva ola de contagios. Vivir en un pueblo pequeño, en el campo, hacía que el encierro fuera más llevadero. Tú también eras un privilegiado. Tu casa a la orilla de la playa, aunque pequeña, era casi un paraíso natural. Apenas media hora de carretera separaba nuestras vidas.
    
    -Vente a casa conmigo, puedes trabajar desde el ordenador y pasaremos el confinamiento juntos.
    
    El riesgo de contagio era muy bajo; los dos llevábamos meses trabajando desde el ordenador y nuestras vidas sociales subsistían gracias a las videollamadas con amigos y familiares.
    
    Atrévete, no te vas a casar con él ni a firmar un contrato. Si no funciona te piras.
    
    -Acepto solo si me dejas compartir gastos. Seremos compañeros de piso con ciertos privilegios.
    
    El primer día fue extraño, yo me llevé lo justo pensando que aquello no saldría bien y en dos días estaría de vuelta en casa, sin embargo, ya llevábamos dos semanas compartiendo nuestras vidas y la amistad se iba consolidando.
    
    No era solo sexo. Pasear por el trocito de playa desierta frente a tu casa, cada tarde, se había convertido en nuestro momento zen. Nos sentíamos seguros y afortunados de habernos encontrado y ese sentimiento nos unió con tal fuerza que creí que estábamos hechos el uno para el otro. Charlábamos de todo, nos contábamos nuestras vidas, hablábamos de lo que nos había pasado en el cibertrabajo ese día o planificábamos la compra ...
    ... online y las tareas de la casa. A ti te encanta cocinar y yo lo odio así que no fue difícil repartir el trabajo. Desde el principio acordamos que cada uno tendría su habitación y solo cuando nos apeteciera a los dos habría algo más pero desde que follamos, la primera noche, en tu cama ese acuerdo quedó cancelado y no se volvió a hablar del tema. Vivíamos en nuestro propio universo y estábamos encantados. No habíamos hablado de amor, no hacía falta, no había prisa ni siquiera intención. Solo queríamos aprovechar la oportunidad que nos había brindado un presente que era totalmente incierto para toda la humanidad, salvo para nosotros que nos creíamos a salvo en nuestra pequeña burbuja.
    
    Aquella primera noche me llevaste de la mano a tu cama y me prometiste que solo sería sexo convencional. Nada de juegos de sumisión. Si alguna vez quería probar algo solo tenía que pedírtelo.
    
    -Tú marcarás los tiempos. No quiero presionarte.
    
    Eso ya era una presión para mí. Ahora la pelota estaba en mi tejado y por supuesto que me apetecía probar muchas cosas de las que habíamos hablado durante meses por WhatsApp, pero me daba una vergüenza tremenda hacerlo sin la protección de una pantalla.
    
    Cada noche, después de cenar, nos recostabamos en el sofá con alguna bebida o picoteo y buscábamos alguna peli. A los dos nos encantaba el cine y rara vez habíamos dejado una peli a medias; el sexo estaba asegurado después, era casi una terapia a la que nos sometíamos encantados huyendo de las noticias ...
«12»