1. Enrique, el sobrino de Lázaro


    Fecha: 27/06/2022, Categorías: Gays Autor: Alejandro1987, Fuente: CuentoRelatos

    El sobrino de Lázaro es un joven de unos 19 años, muy rubio, de semblante serio que aparenta mayor edad. Se llama Enrique, lo había visto varias veces en casa de Lázaro, estudiaba informática y venía a que otro tío, Roberto, que es ingeniero cibernético, le repasara algún que otro tema complicado. Una tarde observé al llegar del trabajo a casa, que había fiesta en casa de Lázaro y vi acercarse a Enrique, que me saludó y me dijo que por qué no me llegaba a la casa, que tenían una fiestecita y que aunque Lázaro no estuviera, él me invitaba a tomar y picar algo. Que por ser amigo de Lázaro era siempre bienvenido y no necesitaba invitación. Aquello me alagó mucho, y más viniendo de un chico tan serio y hasta aquel preciso momento tan poco dado a ser amistoso, demasiado introvertido para mis preferencias. Físicamente se parece mucho a un actor de seriales de TV turca llamado Cagatay Ulusoy.
    
    En la fiesta me presentó a su novia y a las dos o tres personas que no conocía y que allí estaban. Me llevó a la cocina y me preparó un plato con algunas golosinas y pasapalos.
    
    –Yo sé que tu prefieres el Whisky pero te voy a preparar mi trago favorito, a ver si te gusta, que no es malo probar cosas nuevas, ¿Tú no crees?
    
    –Creo que sí, que uno debe probar más cosas para poder hacer comparaciones –él se puso y me preparó un vodka con zumo de naranjas y un chorrito de Campari, que echó de una botella que sacó de la estantería delante de mí, por lo que tuvo que aproximarse a mí por detrás y ...
    ... me comprimió contra la meseta, posando con tremendo desparpajo su toletón viril medio enhiesto, en medio de la raja de mis nalgas. Sentí deseos de protestar o preguntarle si estaba borracho, pero no pude. Su atrevimiento en lugar de molestarme, me agradó. Dejé pasar como desapercibido aquél incidente presuntamente involuntario o no tanto? Me invitó a brindar:
    
    –¿Y por qué brindamos? –le pregunto yo.
    
    –Pues por las cosas divinas, placenteras y sorpresivas de la vida.
    
    –Si tú lo dices, pues brindemos por esas cosas. –Y chocamos las copas.
    
    Me empiné la copa y él también.
    
    –¿Te gustó? –Me pregunta mirándome fijamente a los ojos, con una sonrisa socarrona entre los labios.
    
    –¿Qué cosa, el trago? –le pregunto señalando la copa vacía y con otra socarronería provocativa.
    
    –No, tú sabes bien a lo que me refiero –Me quedo dubitativo, pienso que es demasiado evidente que «ese huevo quiere sal». Tengo que reconocer que es un hombre decidido y valiente, y a pesar de su juventud, sabe lo que quiere y lucha por obtenerlo. Me lleno de valor y le contesto:
    
    –Pues si, no puedo ocultártelo, aunque quisiera, que todo me ha gustado.
    
    –Tú verás que no te vas a arrepentir nunca. Confía en mí. Espérame esta noche, que después que deje a mi novia en su casa, te haré la visita y tú verás lo bien que la vamos a pasar.
    
    –Pero te pueden ver –objeto yo.
    
    –No te preocupes que yo sé cómo hacerlo. Chao.
    
    Me dio la espalda y salió al patio donde estaban los invitados. Yo me quedé que ...
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