1. La rusa que me hizo una rusa y también la hacía de Cupido


    Fecha: 22/06/2022, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos

    ... de faltar en los estantes de las tiendas, no recuerdo que es lo que buscaba en la misma, cuando escucho la voz de esta chica que por llevar esa típica máscara de la cual nos vemos obligados a usar, no la reconocía. Era la enfermera que asistía a mi médico de cabecera: ¿Es usted el Sr. Zena… verdad?
    
    Su nombre es Micaela y es rusa. Como les dije, la enfermera no era menos atractiva que mi médico, pero al contraste esta chica es de cabello y ojos oscuros. Rostro fino y de piel blanca y unos centímetros más alta que mi médico. Cuando me llamó por mi nombre supe que en algo le había interesado, pues a pesar de que por los últimos cuatro años la había visto una vez al año, yo no me recordaba de su nombre. Hablamos de la situación y que los estantes estaban casi vacíos y a ella le urgía encontrar agua embotellada y papel higiénico. Es como la invito a pasar al restaurante de mi hermana y donde sé que tenemos estas dos cosas que Micaela necesita de urgencia. Ella después de una breve plática me invita a desayunar a su casa y pienso que lo hace como un gesto de agradecimiento por lo que le he obsequiado sin tomarle un centavo. Es como me doy cuenta de que es madre soltera y comparte un apartamento con una tía de ya muy avanzada edad. Fue en ese desayuno que la plática salió en forma de broma, aunque creo que esa era la avenida que Micaela buscaba donde ella me recordaba mi reacción cuando mi médico me hacía saber lo de la inspección al recto. Y Micaela me daba la razón y que mi ...
    ... percepción no estaba tan equivocada.
    
    -Creo que la doctora se sentía insegura contigo… pues con otros pacientes del género opuesto nunca me pidió asistencia.
    
    -¡Insegura! No lo creo… estas personas están entrenadas para todo esto.
    
    -Bueno… sí tenemos ese entrenamiento, pero tampoco somos de piedra; también sentimos… nos emocionamos como cualquier otra persona.
    
    -¿A poco te ha excitado algún paciente?
    
    -Para ser honesta… claro que sí. ¡Usted por ejemplo!
    
    Supe desde el principio que esto era lo que Micaela buscaba, entablar una plática que nos pusiera en esta perspectiva, podía intuirlo desde que sacó esa plática. Yo para conocerla y ver hasta donde estaba dispuesta la confronté con la ética médica y le pregunté:
    
    -¿A poco tú te involucraras con un paciente?
    
    -¡No lo creo!
    
    -Entonces, aunque yo quisiera algo contigo, tú no aceptarías por tu ética profesional.
    
    -Si usted siguiese siendo mi paciente, pues obviamente le diría que no, pero usted ya no es mi paciente… ya no trabajo para esa clínica.
    
    -¿Entonces tengo una oportunidad? -le dije.
    
    -¡Muchas! – me contestó.
    
    Ese día que desayunábamos en su apartamento Micaela llevaba un vestido suelto por sobre la rodilla de una tela delgada que de vez en cuando se le ceñía ese relieve de su prenda interior y se le notaba hasta el hilo dental que se le hundía en sus preciosas nalgas. Su vestido le llegaba al tronco de un precioso cuello donde le podía notar un lunar negro que se le miraba atractivo. Sus pechos ...
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