1. La vi crecer


    Fecha: 21/06/2022, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... desaparece.
    
    —Los chicos llevan mejor estas cosas. —le contesté. Me acerqué y apoyé mis manos en sus caderas—. Se relacionan mejor que los adultos con la tecnología. Puede hacer cualquier curso por internet. —Tiré del elástico de la bombacha, sin poder sacarme a Lelu de la cabeza—. Seguro que lleva la cuarentena mejor que nosotros.
    
    Le bajé la ropa interior. Carmen se inclinó y frotó sus nalgas con mi pelvis.
    
    —Cómo estamos. —Exclamó, sintiendo mi erección—. Vení, uno rapidito antes de dormir.
    
    Se colocó boca abajo, con las piernas abiertas. Flexionó las rodillas. Apoyé mis manos en sus nalgas. Las pellizqué. Aún se sentían tersas. No necesitaba más que eso: mi mujer en cuatro, dispuesta a complacerme. Cualquier tontería que cruzara por mi imaginación en relación con Lelu, no eran más que fantasías. ¿Qué hombre no tenía fantasías? ¿Qué hombre no deseaba a otras mujeres? Yo sólo tenía la mala suerte de que mi objeto de deseo era una adolescente despampanante que convivía conmigo.
    
    Penetré a mi mujer. Carmen gimió. ¿Cómo sería penetrar a Lelu? Sus nalgas eran mucho más carnosas. Mis manos no darían abasto con semejante orto. Su cuerpo era más compacto que el de su madre, y también más maleable. Penetré con más intensidad.
    
    —Despacito —susurró Carmen.
    
    Apenas la escuché. ¿Lelu sería virgen? ¿Qué cosas sabría sobre el sexo? Si la tuviese en cuatro a mi merced, su cuerpo se movería con más agilidad. No le haría asco a cambiar de poses —supongo—, ni a saborear ...
    ... nuestras lenguas, ni a sentir nuestro sudor. Las adolescentes no suelen hacerse problemas por nada.
    
    —¡Despacio Ezequiel!
    
    Había hecho un movimiento pélvico con el que enterré mi sexo por completo.
    
    —Perdón, mi amor. —Me disculpé.
    
    —Acabá rápido y dejame dormir —dijo, irritada.
    
    Eyaculé, con dos pobres chorros de semen. Carmen, por supuesto, se quedó con las ganas.
    
    —¿Qué te pasa? Estás hecho un bruto.
    
    Besé sus muslos, pero cuando estuve a punto de llegar a su sexo, se apartó.
    
    —Dejá, quiero dormir.
    
    —Pero mi amor…
    
    —No estoy enojada, pero ya no tengo ganas. Dejame dormir por favor.
    
    III
    
    De todas formas, si bien convivimos, no es que pase todo el día con Lelu. Lo cierto es que ella duerme en horarios intempestivos. Se queda hasta altas horas de madrugada mirando series de Netflix, y subiendo fotos a su Instagram, o bien, revisando los likes y comentarios que suscitaban las mismas.
    
    Yo, por el contrario, no podía seguir durmiendo más allá de las ocho de la mañana, horario en el que mi mujer volvía a casa. Lelu dormía hasta las tres o cuatro de la tarde. Se levantaba a comer algo de lo que yo le había dejado, generalmente junto a Carmen que se levantaba a esa misma hora, y luego volvía a lo suyo.
    
    Sin embargo, de vez en cuando compartimos algunos momentos.
    
    Carmen se estaba preparando para irse a trabajar.
    
    —¿Le decís a Lelu que me devuelva el perfume que le presté a fin de año? Se debe pensar que me olvidé. —Comentó.
    
    —No creo que lo haga a ...
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