1. Lesbiadas


    Fecha: 18/06/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos

    ... en cuando lanzaba contra el mundo. Más aún imaginando el cuadro que conformábamos ante sus ojos, con mi polla morcillona en la mano de su novia y la mía metida dentro de sus bragas, mientras con la otra le sobaba las tetas. No vi la manera de encajar una excusa del tipo: “esto no es lo que parece”.
    
    Para mi sorpresa, Estíbaliz no se había alterado lo más mínimo; al contrario, la notaba relajada, casi sonriente, como una niña a la que hubieran sorprendido cometiendo una pequeña travesura sin trascendencia. Por un instante, incluso, creí que se iba a limitar a saludar a su compañera y continuar pajeándome con esa naturalidad suya con la que afrontaba cualquier situación.
    
    Por el contario, se apartó de mí y caminó hacia Araceli con su particular y sensual sinuosidad, sonriendo al serio rictus de su amante.
    
    –Te he preguntado qué estáis haciendo.
    
    –Oh, vamos, cariño, no te pongas así. Solo estábamos jugando.
    
    –¡Que no me ponga así! –su enfado me hizo dar un respingo– Me dejas sola en la cama diciéndome que tienes que ir al baño, me levanto para ver por qué tardas, te pillo aquí montándotelo con nuestro compañero de piso –lo pronunció casi como un insulto– y todavía tienes el valor de decirme que no me ponga así.
    
    –Araceli, yo… –balbuceé de nuevo en busca de una excusa.
    
    No me dejó continuar, callándome con una mirada afilada como una hoja de afeitar.
    
    Estíbaliz elevó la mano y la posó sobre su mejilla; Araceli hizo ademán de apartar el rostro, pero permitió ...
    ... que le acariciara la piel. Obviando el gesto adusto de su amante, Estíbaliz aproximó su boca y la besó, mientras sus manos se deslizaban por el cuello, los hombros, la cintura y las caderas, para ascender de nuevo a través del abdomen hasta alcanzar los senos. La persistente actitud de disgusto de Araceli quedó desmentida por la evidente erección de sus pezones, los cuales no había sido capaces de resistirse a la habilidad de los dedos de Estíbaliz.
    
    –Vamos, tontita –le dijo–, sabes que tú eres la única que me gusta. Solo estábamos jugando.
    
    Araceli respondió haciendo mohines, pero distendió su cuerpo, permitiendo que la mano de Estíbaliz acariciara su pubis hasta posarse sobre el coño, cubierto por la ligera tela del culote. Entonces, Araceli la rodeó con sus largos brazos y se fundieron en un cálido abrazo. Ajenas a mi presencia, se fundieron en una marejada de caricias, sobeteos, besos y mordiscos. La mano de una se metió dentro de la braga de la otra, y viceversa, pajeándose mutuamente, mientras con sus manos libres se magreaban las tetas y se pellizcaban los pezones, entre gemidos y ronroneos. ¡Podría afirmar que cocinaban ante mí un espectacular bollo!
    
    Gracias a ello, en un instante volví a ponerme como una moto. Mi polla, que aún colgaba fuera de mis pantalones, se puso ipso facto dura y erecta –ventajas de la erupción hormonal a flor de piel de la postadolescencia–, igual que una barra de carne y sangre ansiosa por hallar un orificio donde refugiarse. En aquel ...
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