1. Vecinos


    Fecha: 11/06/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... hasta respirar. Notaba la poderosa mano del hombre hundiendo su barriga hasta casi tocar la columna. La chica comenzó a jadear y es que aquel dolor de vientre formaba parte de sus placeres inconfesables. Con la otra mano, Jaime deshizo el nudo de la parte superior de su bikini de color salmón liberando sus tetas de grandes aureolas donde los pezones ya estaban erectos.
    
    Sin dejar de apretar la barriga de Mar, agarró una de sus tetas y pellizcó, retorciéndolo, uno de los pezones. Luego tiró de él hasta más allá de lo lógico. En esta situación, con su vecino agarrándola por detrás hasta casi cortarle la respiración y retorciéndole unos de los pezones hasta provocarle un dolor insoportable, Mar notó como la braguita negra de su bikini comenzaban a inundarse con sus flujos vaginales, lo que denotaba su tremenda excitación ante el castigo recibido. Por fin, Jaime la soltó, Mar pudo tomar aire en un profundo respiro.
    
    Ahora con su dedo corazón, el hombre, comenzó a hacer círculos concéntricos a su ombligo. Con cada pasada, el dedo se acercaba más a su objetivo. En la tercera el hombre tenía el dedo circundando alrededor del ombligo de Mar. A estas alturas la mujer estaba totalmente excitada. Jaime comenzó a introducir su dedo dentro del ombligo. Ella bajó su mirada para contemplar como su cicatriz natal era profanada, primero por una falange, luego por dos. El dolor empezaba a ser como una puñalada en su estómago. Pero Jaime fue un poco más allá y le introdujo la tercera ...
    ... falange llevando la resistencia de su piel hasta el límite. Mar mojaba las bragas más que nunca. Aquel tipo la estaba violando por el ombligo. Comenzó una mete-saca a modo de follada con el dedo. Mar tensaba su cuerpo, respiraba entrecortada y gemía de placer, estuvo a punto de alcanzar un orgasmo.
    
    Antes de llegar, el hombre la llevó hacia donde se apilaban las hamacas. Hizo que se apoyara sobre ellas de manera que el apoyabrazos quedara a la altura de su abdomen. Se colocó tras ella mientras con la mano la obligaba a permanecer inclinada sobre aquellos asientos de piscinas. Su vientre quedó presionado por aquel mobiliario de plástico blanco. El calor en aquel almacén hacía que sus cuerpos sudasen. Mar notó como algunas gotas caían por su frente hasta su nariz. Otras recorrían toda su espalda hasta perderse por entre sus glúteos.
    
    Con la mano en la espalda de su vecina, Jaime utilizó la otra para quitarle los lazos laterales de la braguita negra del bikini y dejar ante él un espectacular culo. Sin dudarlo dio un par de cachetes sobre aquella carne blanca y dejó marcado sus dedos. La mujer dio un grito. Aquello le había dolido, pero también le había gustado. Mar estaba viviendo una de aquellos deseos inconfesables. El ser utilizada y provocarle dolor.
    
    Jaime, sin dejar de presionar la espalda de su vecina, se deshizo de su bañador y restregó su polla erecta por la raja del culo de Mar. Ella la notaba caliente y húmeda. Sin duda, el líquido preseminal anunciaba la excitación ...
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