1. De la mano del ciclista


    Fecha: 04/06/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... a escasos centímetros le oí decir casi susurrando:
    
    - Madre mía lo que hacía yo con esas dos tetas.
    
    Seguí hacia el agua con una sonrisa pícara. Esa sonrisa de “me gusta”.
    
    Cuando volvía hacia mi sitio, me di cuenta que había puesto la toalla a muy poca distancia, casi parecía que veníamos juntos.
    
    - ¿Me he puesto muy cerca? ¿si quieres me distancio un poco más?
    
    - No, tranquilo, no pasa nada.
    
    Vaya pregunta trampa que me había hecho, por educación no vas a decirle, sí vete lejos y si no se lo dices, das por hecho que quieres algo más.
    
    - Hace un día espectacular para estar en la playa.
    
    - Sí, es cierto
    
    - ¿No eres de aquí, verdad?
    
    - No, estoy de vacaciones
    
    - ¿y has venido sola?
    
    - Sí.
    
    - Ufff yo no te dejaría ir sola a muchos sitios
    
    - Jajajajaja pues ya soy mayorcita para saber cuidarme.
    
    - Sí, no lo dudo, pero madre mía, eres muy guapa.
    
    - Muchas gracias.
    
    - ¿Me dejas acariciarte un poco tu piel?, me parece tan suave.
    
    - Hombre, entiende que es algo extraño lo que me preguntas
    
    - Sí, lo entiendo, pero creo que te has fijado cómo me has puesto nada más verte.
    
    Su mano fue directamente a mi pierna y mientras me hablaba iba acariciándome el muslo. No voy a mentir, a mí también me estaba resultando muy morboso.
    
    Su mano siguió el camino hasta llegar a mi monte de Venus, yo estaba apoyada sobre mis codos, boca arriba, viendo el discurrir de su mano.
    
    - Nos van a ver.
    
    - No, no te preocupes, yo estoy atento, ...
    ... déjate llevar.
    
    Su mano y sus dedos fueron hacia mi clítoris mientras me decía eso. Y con mi excitación por la situación morbosa, me dejé llevar y me tumbé para disfrutar de las caricias del ciclista.
    
    Sus dedos eran juguetones y curiosos. Iban rozando mi clítoris mientras abría mis labios para mojarlos con mis fluidos por mi excitación.
    
    Yo con los ojos cerrados, me dejaba llevar al placer, mis gemidos iban saliendo de mi garganta conforme sus dedos me acariciaban más rápido el clítoris.
    
    - Me estás poniendo muy cachondo, tienes un coño precioso y tus gemidos son increíbles.
    
    Sonreí mientras abría los ojos y me aseguraba que nadie nos veía. Con una mano me acariciaba el clítoris y el coño y con la otra se acariciaba él mismo.
    
    Dejó caer saliva en mi coño y de un golpe fuerte me clavó dos dedos y empezó a moverlos rápidamente.
    
    El único sonido que se oía eran el chof chof de sus dedos al entrar y salir de mi coño, mis gemidos y el mar.
    
    - No pares, sigue, me voy a correr, no pares.
    
    Increíble cómo la situación me había puesto, el gemido ronco de mi orgasmo fue desgarrador, mientras mi cadera se pegaba a sus dedos para que no saliesen de mi coño.
    
    Cuando me recuperé, abrí los ojos y no entendí nada. Estaba sola, no había nadie, ni ciclista, ni toalla, ni bañador.
    
    Hoy es el día que no sé si el ciclista existe, si fue un sueño o si me dormí después, pero el recuerdo que tengo es de uno, que no el único, de los momentos más morbosos de mi vida. 
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