1. Tacones de altura


    Fecha: 30/05/2022, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Me quedo ahí pasmada, frente al escaparate de la zapatería admirando esos taconazos negros que siempre me han llamado la atención cada vez que paso por aquí. Son realmente caros, pero creo que me los merezco y hoy más que nunca porque los necesito, pues tengo un compromiso importante: Visitar la exposición de cuadros de mi jefe y mi presencia deberá ganar puntos para que me renueve el contrato. Él apenas se ha fijado en mí o eso creo, porque en la oficina hay muchas chicas más espectaculares que yo, pero no sé, estoy segura de que cuando me vea con esos tacones voy a causarle impresión doble, primero por presentarme allí y ofreciéndole mis mejores galas. Estos tacones tienen que ser míos… con estos... ¡con estos tengo que triunfar!, son vertiginosos, altísimos, atrayentes, seductores…
    
    Entro en la zapatería y un amable dependiente me sonríe para que le indique en qué me puede ayudar. Su mirada se dirige inevitablemente a mi escote, pues la blusa que llevo hoy, algo ceñida deja a la vista ese canalillo atrapante, otra de mis armas para contentar a Don Daniel y que el lunes de la orden de renovarme ese maldito contrato. La minifalda negra creo que va a ayudar también, a tenor de la mirada del dependiente que también me hace un buen repaso a mis piernas, embutidas en unas medias negras a medio muslo. Mi pelo recogido en un moño, también forma parte de mi atuendo para hoy, que tampoco pasa por alto del dependiente, que con un disimulado “escaneo completo” a mi anatomía, me ...
    ... pregunta.
    
    - Buenas tardes, señorita, ¿en qué puedo ayudarla?
    
    - Pues estaba mirando los zapatos del escaparate, los que están en la vitrina redonda.
    
    - ¡Entiendo!, tiene usted un gusto exquisito. Son nuestros mejores zapatos.
    
    - Algo elevados de precio, pero me encantan de siempre.
    
    - Esos tacones están hechos para usted. Le voy a buscar su número.
    
    Desaparece y me siento en uno de los bancos esperando a que me traiga ese par de preciosos taconazos. El dependiente se arrodilla a mis pies y con delicadeza me ayuda a despojarme de mis zapatos, que son de apenas cinco centímetros, contra estos que son altísimos de más de diez, según parece. Nada más meter mi pie en uno de ellos me siento extraña, como poseída, al calzarme el segundo noto un hormigueo por todas mis piernas que llega a entremezclarse con un cosquilleo en mi sexo. Nunca había sentido nada parecido.
    
    El hombre que me atiende parece embobado, quizá desde su posición alcanza a ver todas mis piernas hasta incluso allá de donde se ajustan mis medias a medio muslo, pues la minifalda se me ha subido ligeramente mostrando más de lo debido. Tras carraspear nervioso al pillarle fuera de juego en zona prohibida, me ofrece su mano para que me levante y mis tobillos tiemblan ligeramente al hacerlo, sin embargo enseguida me adapto a esa nueva vertiginosa altura.
    
    - Lo dicho, señorita. Esos zapatos están hechos para usted. - añade sin soltar mi mano y observando mi estilizado cuerpo.
    
    - No sé, creo que tienen ...
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