1. El capitán y yo


    Fecha: 16/05/2022, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Habíamos comenzado los preparativos para marchar a hacer maniobras. Todos los años se realizaba aquello, para mi era la primera vez. Había hecho buenas migas con todos los camaradas de armas, El ejército no es para cualquiera y allí había dado con mis huesos luego de pasar por varias carreras universitarias que nunca seguí, ni termine.
    
    Mi vida hasta el momento de entrara al ejército era común, como la de cualquier chico de dieciocho años en busca de un camino para hacer.
    
    Nunca pensé en el ejército, es mas no me gustan las armas, pero tampoco es que les temo. Creo que mi cabeza pensaba en el ejército como algo muy lejano de mi mismo, pero bueno, un amigo que encontré un día en la calle, me dijo que hacía dos años estaba y se la pasaba muy bien y una cosa llevo a la otra y bueno aparecí anotándome y partiendo un día hace casi una año para enlistarme en las filas del ejército.
    
    Los novatos, como nos llamaban éramos un buen equipo. Aprendimos todo desde cero y ahora preparábamos para partir a hacer como una última prueba.
    
    Llegamos a un lugar en medio de la montaña, inhóspito y solitario. Desértico. No había nada cerca. Alejados de todo. Solo nos teníamos a nosotros, los oficiales que habían ido con nosotros eran pocos. Un cabo, un sargento y todo terminaba en el Capitán Ruiz.
    
    Desde el día en que llegué, los muchachos me hablaron muy bien del Capitán. Lo trataban con mucho respeto y diría casi devoción.
    
    El tipo era muy alto, al menos para mi me lo parecía. ...
    ... Fuerte, con una voz gruesa y potente, mandíbulas fuertes y rasgos firmes y atractivos.
    
    Era de trato agradable. Nunca lo veías enojado o de mal talante. Era un señor, podría decirse.
    
    Así que bueno, partimos en los camiones y al atardecer llegamos al lugar, que distaba creo unos cien kilómetros de la ciudad.
    
    Nos repartimos según las indicaciones en habitaciones de seis. En ellas había lo mínimo indispensable. El calor de los últimos días de primavera se empezaba a hacer sentir. Eran habitaciones cómodas, pero con pocos muebles. Así que nos acomodamos como pudimos.
    
    Teníamos tareas asignadas y en eso no había nada para discutir. La noche cayó pronto asi que todo el mundo a dormir, después de una cena liviana.
    
    Me acosté y no conciliaba el sueño, recordé, que hacía tiempo no estaba con mi novia, no tenía intimidad. Y que hacía tiempo además arrastraba aquel problemita que se me había suscitado varias veces.
    
    Creo que además recordé que en una noche de copas con los compañeros de milicia les había comentado aquel problema que me sacudía el alma a veces, angustiándome. Entre esos pensamientos turbulentos me dormí.
    
    Al día siguiente aún la luz no asomaba cuando comenzaron los movimientos que fueron realmente agotadores todo el día. Trepar, correr, tirarse cuerpo a tierra, arrastrarse, realmente agotador. Las manos laceradas, marcas en la piel.
    
    Arrastrábamos los pies, el equipo era pesado. Agotados por demás, terminamos aquel primer día. Nos fuimos al baño que estaba ...
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