1. La fiesta


    Fecha: 10/05/2022, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Bastan sólo unas gotas, o eso me han asegurado, para que las tres estén a mi merced, y lo más divertido es que mañana no recordarán absolutamente nada de lo que ocurra esta noche. Con la excusa de que el vino se oxigene Anabel me pide que abra sendas botellas de Rioja y lo hago. Me tiembla el pulso pero consigo introducir en una de ellas lo que considero una dosis suficiente.
    
    Cuando llaman a la puerta saltó literalmente a recibirlas. Vero y Mónica están exultantes. Visten traje chaquetas, que presupongo de marca, y lucen un tipazo envidiable. Ambas de estatura similar, cabello entre cobrizo y rubio, tacones altos ojos rasgados y facciones aguileñas. Me apresuro a besar sus mejillas y las dos me corresponden el gesto en el instante en que aparece Anabel para darles la bienvenida. Ella también está radiante. Ansío comprobar la efectividad de la droga.
    
    Anabel, mi nueva compañera de piso, siempre insiste en su condición de lesbiana con la misma vehemencia que Vero y Mónica se jactan de su heterosexualidad, pero lo cierto es que yo pretendo que las tres sean mis esclavas y consigan romper tabúes. Puede ser muy divertido el mero hecho de observar sus reacciones. Me apasiona la velada.
    
    Hemos hablado de temas intrascendentes, de política, de religión y de un montón de temas más y los cuatro nos hemos acomodado en los sofás, Anabel junto a mí y Vero y Mónica frente a nosotros. No puedo negar que me ha deleitado observar como las facciones de las tres iban perdiendo ...
    ... rigidez a cada sorbo y como la conversación de cada una perdía fluidez y ganaba soltura. Parece contradictorio pero era así. Al principio fueron matices, como expresar opiniones sobre temas que jamás se hubieran atrevido a airear a cuatro vientos o mostrarse receptivas a sopesar conclusiones susceptibles a ser catalogadas de ineptas o ignorantes pero después, sus gestos se hicieron más naturales, sus rostros adquirieron cierta pigmentación y sus movimientos ya no parecían reflejos. A Vero no le preocupaba que la posición de sus rodillas me abriera una excelsa visión de su minúsculo tanga, perspectiva que llamaba la atención de Anabel y en el que fijaba su mirada cada vez con menos disimulo, y Mónica dejó de abotonarse el escote cada vez que este se abría mostrando su canalillo. Tengo que reconocer que aquello era muy divertido. Fue en el instante preciso en que decidí comenzar mi experimento.
    
    —Propongo un juego.
    
    Todas me observaron expectantes. En la botella no queda una sola gota de vino y sus expresiones me fascinan.
    
    —Tú dirás.
    
    Observo a Vero, su mirada es difusa pero dibuja un rictus sonriente en sus labios.
    
    —Jugaremos al juego de la verdad, mentir no es una opción, ¿tenéis agallas para hacerlo?
    
    Mónica y Anabel sonríen complacientes asintiendo con la cabeza y Vero las secunda pero interpela.
    
    — ¿Cómo sabemos que seremos sinceras?
    
    Aferro su mano haciendo que parezca accidental pero ella asía la mía con inusitada energía, también tiene la mirada ...
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