1. Una deuda pendiente


    Fecha: 06/05/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... procurara tener algún tipo de contacto sexual? La sola idea, expresada así, de repente, sonaba extraña. Yo la miraba a ella, y me preguntaba… ¿Sería cuestión de que yo lo permitiera, que tú lo permitieras, o que, más bien, ambos lo permitiéramos?
    
    Tendría que ser algo consensuado, decía ella. Ustedes, los hombres, tienen más libertad para actuar en ese sentido. Pero, replicaba yo, un hombre puede pretender conquistar a una mujer, bien sea para una aventura de una noche, o una relación de toda la vida, sin saber que ella es casada, que tiene novio o que ya tiene compromisos. ¿Y? le cuestionaba yo. Pues en ese caso, afirmaba ella, la decisión queda bajo responsabilidad de la mujer. Es ella quien decide si la propuesta prospera o no. ¿Y de qué dependería? Le preguntaba yo. ¿De las necesidades de la mujer, del hombre, o de ambos? Pues, si las necesidades son correspondientes con el momento emocional de cada uno, hombre y mujer, bien pudiera ser que la propuesta se vuelva realidad. ¿Por qué no? ¿Acaso no es lo que ustedes hacen normalmente?
    
    Y es por eso se dice que el hombre propone y la mujer dispone. Ustedes intentan ligarse a una mujer a la primera oportunidad, pero es ella quien finalmente decide y dispone si aquello puede o no puede ser. Aquí, por lo visto, la mujer también está en posición de proponer, y ya verá el hombre si acepta o no la invitación. Yo creería que, por lo general, el hombre nunca se negaría a la petición de una mujer, pero pudiera estar equivocada. ...
    ... Por el contrario, pienso que, la mujer tiene mayores opciones de escoger con quien compartir ese tipo de aventura. Para ella estaba claro, decía, que, por ejemplo, Edgar, como hombre, podría proponerle algo a ella, pero que, dependía de ella aceptar o no.
    
    Nos quedamos un tiempo más en Alemania, antes de regresar a nuestro país de origen, pero, al parecer, nunca sucedió nada entre nosotros tres. Las palabras de mi esposa seguramente habían quedado flotando en el ambiente, tal vez como una invitación para que nuestro amigo se atreviera a algo, si así lo quería, pero nunca se dio la oportunidad y nosotros, tanto él como nosotros, tampoco lo buscamos. Seguimos compartiendo nuestra experiencia de viaje, tanto social como laboralmente, guardando las debidas y correspondientes distancias. De hecho, compartimos con Edgar y algunas de sus conquistas antes de nuestra partida y el vínculo de amistad pareció fluir sin contratiempos.
    
    Llegados de nuevo a nuestra sede, el destino nos ubicó en caminos separados. Edgar estuvo destacado en otras unidades, lejos de nosotros, y al tiempo supimos que se había retirado para emigrar y buscar nuevos horizontes en otro país. La comunicación entre nosotros, poco a poco se fue apagando, hasta no volver a saber más el uno del otro. Por ahí, eventualmente, a través de las redes sociales llegamos a conocer de sus andanzas, pero nada más. En alguna ocasión chateamos por whatsapp y quisimos saber de la vida de uno y otro, pero eran conversaciones muy ...
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