1. Pagando El Alquiler


    Fecha: 02/05/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Los tiempos siempre han sido muy duros, pero ahora es más complicado. Electricidad, agua, comida, ropa, cerveza, alquiler, impuestos (reverencia atemorizada, por favor); para muchos es un reto llegar a fin de mes o que el mes termine. Sin embargo, para Vicente era mucho peor pues esa mañana había sido despedido.
    
    El “chaval” de 24 años no era ejemplo de excelencia en su trabajo. Siempre llegaba tarde y se marchaba antes que los demás, algo incompetente y en lo que se refería a sus relaciones personales; eran muy desequilibradas ya que no era de voluntad firme y las chicas y sus amigos imponían sus maneras sobre él, logrando que hiciese lo que ellos querían.
    
    De regreso al piso que alquilaba, se detuvo frente a la puerta mientras pensaba que podría hacer. De pronto, la puerta contigua se abrió y una mujer salió. Se llamaba Patricia y era su casera. 42 años, cabello castaño largo claro, ojos café y una figura envidiable y mejor que muchas mujeres de menos edad. Vestía un pantalón apretado que realzaban sus largas y torneadas piernas y una camisa rosa, encima llevaba un delantal de cocina. Era una mujer de poco hablar y vivía sola en su piso.
    
    “Hola Vicente, todo bien?” preguntó ella.
    
    “Hola doña Patricia…” respondió Vicente algo cabizbajo.
    
    “Solo dime Patricia. Me haces sentir muy mayor,” dijo Patricia.
    
    “Vale.”
    
    Cerrando la puerta tras de ella, Patricia se acercó un poco.
    
    “Y como has estado?”
    
    “Bueno… me acaban de despedir,” confesó Vicente sin ...
    ... rodeos.
    
    “Oh que pena. Lamento escuchar eso,” dijo Patricia.
    
    Conversando un poco, la mujer le dio ánimos y le aseguró que pronto encontraría algo. También le dijo que no se preocupase por el alquiler de ese mes, que podría pagarlo en cuanto su situación se normalizase.
    
    “Se lo agradezco mucho. Solo serán unos días y ya encontraré algo,” prometió Vicente, optimista.
    
    “Descuida, son cosas que pasan pero ya todo se arreglará,” comentó la casera y despidiéndose, regresó adentro, en tanto él abría la puerta.
    
    Los siguientes días estuvo buscando empleo pero sin suerte. A cada tanto se repetía a sí mismo que sería el próximo, más poco a poco se iba frustrando. Además, en aquellos en dónde tenía mayores posibilidades de conseguir empleo; los rechazaba por no ser de su agrado (trabajo pesado y molesto para él). El viernes siguiente, Vicente se arregló para salir una vez más a por empleo, vestido de forma casual; abrió la puerta cuando se dio cuenta que alguien esperaba afuera.
    
    Era su amigo Fernando. De tez clara, el joven era de su misma edad y vestía un pantalón y camisa algo grandes, una mochila a la espalda y usaba lentes de sol. Vicente pudo detectar un olorcillo que no era precisamente perfume barato.
    
    “Venga hombre, si no vengo te olvidas de los colegas,” dijo Fernando.
    
    “He estado ocupado,” respondió Vicente.
    
    “Si entramos, te puedes colocar también,” musitó Fernando, sacando un porro de su bolsillo, la razón de su peculiar aroma.
    
    “Lo siento, no puedo. Que voy a ...
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