1. Mi incesto, mi hijo y yo. Confesiones de Laura (II)


    Fecha: 03/03/2022, Categorías: Incesto Autor: CORTESANA, Fuente: CuentoRelatos

    Nos habíamos quedado solos en nuestra casa cerca de Cabo Frío, mi esposo había salido esa noche hacia Río de Janeiro y no volvería debido a sus asuntos de embajada hasta una semana después; el personal doméstico se había retirado; mi hijo y yo nos quedamos después de cenar en la galería frente a la inmensidad de la noche, frente a nosotros la laguna de Saquarema encerrada entre montañas, el firmamento estrellado y lejana una guitarra sonando “zamba”, la brisa cual caribe, juagaba con mi corto vestido rojo de breteles, mostrando de vez en cuando mi tanga blanca enmarcando mis sensuales caderas. En la reposera, mi hijo seguía leyendo los libros de poesías que iba y volvía a buscar hasta la biblioteca; en un momento le ofrecí traerle un trago fresco, me dije que sí y al incorporarme de mi hamaca, sentí que la tanga era apenas un hilo calzado entre mis muslos dorados. –Me excité saber que mi hijo me estaba mirando.
    
    Richard se incorporó de su hamaca para pedirme que su trago sea un simple jugo de guaraná helado, cuando a través del ventanal me descubrió apoyada sobre la pared, mientras yo llevando mis dedos, después de acariciar mi vulva hacia mis labios, me descubre excitada cerrando mis ojos, cuando uno de mis senos se escapa de aquel camisolín rojo.
    
    Me estaba excitando pensando quizá en mi viejo amigo Reinaldo al que volvería ver después de años, en mi amante Mingo que había quedado en Buenos Aires en el bóxer blanco que mi hijo llevaba puesto dibujando un bulto en la ...
    ... noche, pero no creo que sea pensando en el cornudo de mi esposo que me había cansado con sus preservativos cada rara vez que me cogía, y el que siempre me recordaba llevarlos.
    
    Yo estaba ardiendo y no dejaba de ser casual frente a semejante espectáculo en la noche de Cabo Frío.
    
    Volví a mi hamaca, mi hijo estaba acariciando su bulto, sensualmente le acerco el trago inclinándome hacia él y provocando que a sus ojos mis lolas cayeran insinuando mis pezones, mis piernas rozaron su brazo y dándole la espalda me volví sobre mis muslos bronceados a mi hamaca, la tanga blanca y desprolija era una mueca de provocación a sus instintos; poco después me quedé dormida.
    
    — Me quedé dormida, me voy a la cama, hasta mañana amor.
    
    — Hasta mañana ma, me quedo leyendo un rato más, la noche tiene poesía.
    
    — Pedí un deseo…, acaba de pasar una estrella fugaz.
    
    — Hmmm, pedilo vos. Insinué volviendo a acariciar mis senos.
    
    Creo que en ese momento dejé de ver para siempre a Richard como mi hijo y se convirtió en una amante deseable, y para lo lascivo de su mirada también dejé de ser su madre para convertirme en su pecado más furtivo, su encendido deseo, el cómplice de mis vidas de cortesana, de puta ante sus ojos y para lo más perverso entre nosotros, desde esa noche en Cabo Frío nada sería igual; también sería mi cómplice a boca cerrada.
    
    Ya no éramos madre e hijo, éramos una misma intención en la noche, aunque yo soñaba, tenía el deseo de reencontrarme con mi viejo amigo Reinaldo, con ...
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