1. Mi debut como infiel


    Fecha: 26/02/2022, Categorías: Infidelidad Autor: MikeFed, Fuente: CuentoRelatos

    Reconozco que desde hace algunos meses, he empezado a masturbarme pensando en otros hombres, pero todos imaginarios. Y un par de veces me encontré a mí misma mirando detenidamente a otros hombres.
    
    Marcos hace 8 años que estamos casados, los dos tenemos 33 años. Yo, Diana, a fuerza de dietas, gimnasio y tenis tengo casi el mismo cuerpo que cuando me casé. Mido 1,85 m, soy delgada y mis medidas son 95-60-95. Por desgracia para mí nuestra actividad sexual fue decayendo desde hace unos 5 años, y no porque yo no quisiera.
    
    Mi marido me había pedido que lo acompañe a un almuerzo que daba uno de los proveedores de su empresa y aunque no tenía interés, terminé yendo.
    
    Cuando entramos a la propiedad yo no podía creer lo que veía. Cuatro garajes para autos, con una Ferrari roja, un Rolls Royce, y dos camionetas Suburban. Jardines con flores impresionantes. La casa daba a uno de los canales de Fort Lauderdale, y había amarrado un hermoso yate y en un elevador una lancha que después me enteraría era una de las más potentes del mercado. De Off Shore.
    
    Cuando Roger, el anfitrión nos abrió la puerta, casi me caigo de espaldas. Era un hombre de 1,70 m, semi calvo, con un abdomen prominente y unos 50 años. No encajaba en esa casa para nada. O con lo que yo esperaba.
    
    Al almuerzo estábamos invitados 4 parejas, más el anfitrión, que se repartía charlando un rato con cada grupo que se armaba antes de sentarnos a la mesa. Cuando se acercó a nosotros, le pregunté por su esposa, y me ...
    ... respondió que era divorciado. Por primera vez noté que me miraba de forma especial, como tratando de ver cómo era yo.
    
    Al momento de sentarnos a la mesa, movió las fichas para que mi esposo y yo quedáramos enfrentados a él. Era un excelente anfitrión, atento y charlando con todos, pero cada tanto me miraba fijamente. Cuando fuimos a tomar el café a la terraza que da al canal, le pregunté por la lancha.
    
    Él me conto con lujo de detalles las características y el placer que sentía al manejarla en velocidad.
    
    “Es una Ferrari, pero del agua.” Dijo. Y emocionado, preguntó si alguien quería dar un paseo rápido, mirándome fijamente. Dos hombres y yo accedimos. Fuimos a la lancha, la bajó, nos pidió que subiéramos descalzos, y subimos. A mí me invitó a sentarme en la butaca del acompañante, y los hombres atrás.
    
    Cuando salimos a mar abierto la fue acelerando y mientras lo hacía me miraba de reojo para ver mis reacciones. Delante de mí un indicador de velocidad marcaba 100 km/h. El con el pulgar hacia arriba, me preguntó si yo estaba bien. Levanté mi pulgar y el acelero a fondo. 130, 150, 180 km/h.
    
    Yo estaba enloquecida, no podía creer ir a esa velocidad en el agua. El me miraba y veía mi cara de felicidad. Volvimos y cuando bajamos, lo felicité y agradecí por el paseo.
    
    Cuando nos retirábamos, con mucho disimulo, puso en el bolsillo de mi saco una tarjeta personal, que encontré al llegar a casa. No dije nada a mi esposo y la guardé. Y me di cuenta que había algo de ese ...
«1234...»