1. La mejor de todas las putas


    Fecha: 15/02/2022, Categorías: Infidelidad Autor: erostres, Fuente: CuentoRelatos

    Carlos Palacios era un hombre hecho a sí mismo. A los doce años ya sabía que llegaría lejos. Mientras los muchachos de su edad perdían el tiempo en juegos infantiles, él ya buscaba la manera de sacar provecho económico de ellos. Acabó siendo el propietario de la mayor parte de las canicas de su colegio, las cuales volvía a vender una y otra vez para robarlas después con trampas astutas. En aquellos momentos no tenía la envergadura que llegó a adquirir con el tiempo, pero pronto aprendió que en esta vida la fuerza es necesaria. Lo aprendió de la peor manera. Un día volviendo a casa, dos matones, dos gigantones que daban miedo y con aspecto de no haber pisado nunca un colegio ni para robar en él, lo acorralaron. Mientras uno lo sujetaba el otro le quitó todas las canicas que tanto esfuerzo le había costado ganar. Qué podía hacer él, un mequetrefe canijo contra aquellas dos torres. Otra persona hubiera vuelto a casa llorando, hubiera maldecido su suerte o se hubiera compadecido. Pero Carlos Palacios no era así, él no iba a dejar que nada ni nadie le apartara de su camino.
    
    Tardó una semana en volver a verlos, iban acompañados de otros tres tipos con aspecto aún más peligroso. Rondaban las inmediaciones de otro colegio en busca de alguna víctima a la que atracar. Carlos, al verlos, no dudó. Tragó saliva y se dirigió hacia ellos con paso decidido. Los matones se quedaron boquiabiertos ante el desparpajo de ese pequeñajo y la proposición que les hizo.
    
    —¿Quieres que te ...
    ... devolvamos las canicas para que puedas venderlas, y luego tú nos darás parte de lo que ganes? ¿Te hemos entendido bien? —dijo el que parecía el jefe mientras se acercaba amenazadoramente. Tenía aspecto de un luchador de sumo a escala reducida.
    
    —Sí, esa es la idea… —susurró Carlos con mucho miedo.
    
    —Tú estás mal de la cabeza. Las canicas ya son mías. ¿Qué gano devolviéndotelas?
    
    —Para vosotros no son nada, no tienen ningún valor. Yo puedo venderlas dentro y daros el dinero a cambio.
    
    —¿Tú crees que nos importa una mierda lo que pueda valer una apestosa bolsa de canicas?
    
    —No sería solo eso. Seguro que os… os encontráis con co- co- cosas… cosas que no sabéis a quién vender. Yo puedo ayudaros. —Carlos tartamudeaba por el miedo, pensaba que podía recibir la primera paliza de su vida.
    
    Pero las canicas y las menudencias fueron dando paso a cosas más grandes; patinetes, bicicletas, cigarrillos, motos, drogas y a un enorme mercado negro donde todo tenía cabida. Carlos Palacios había comenzado su camino hacia el éxito en un mundo duro, y ese matón gordo al que más tarde apodó «Sumi» lo hizo a su lado.
    
    *****
    
    Las oficinas centrales de la empresa de Carlos eran impresionantes; situadas en uno de los mejores edificios de la zona más exclusiva de la ciudad, ocupaban una planta completa en lo más alto. Desde allí se dominaba todo y se podía ver el mar. A Carlos le relajaba ver como los grandes barcos encaraban la bocana del puerto. No se habían escatimado medios para que las ...
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