1. Me cogí a la esposa del vecino que cobra el agua


    Fecha: 27/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos

    Vivimos en un departamento algo antiguo. El servicio de agua es con un medidor común y desde que llegamos a vivir en el edificio, una de las familias antiguas se encargaba de cobrar en cada departamento y pagar en la empresa. Al llegar a vivir lo hacía un anciano ya jubilado, que encontraba en esa actividad una distracción para su casi infinito tiempo libre.
    
    Cuando ellos vendieron y se mudaron, otra de las familias antiguas “heredó” el trabajo de cobranza y pago. Lo hacía un señor bonachón, Alfredo, de más de 50 años, quizás bordeando los 60, pero a todas luces en el paro. Sin empleo conocido, lo que todos sabíamos era que su esposa, a la que casi nunca veíamos, era quien trabajaba en ese hogar.
    
    Luego de un año o algo más del nuevo método de cobranza, un día me llama una señora, diciéndome que era María, la esposa de Alfredo, que él había viajado y no podría realizar el cobro ese mes. Me preguntó si podría subirle el dinero de pago a su departamento. Alfredo visitaba departamento por departamento cobrando, y me pareció correcto que no estando él, subiera a dejar el dinero. Lo hice.
    
    Toqué la puerta del apartamento y la señora abrió. La saludé con respeto pues debería tener unos 15 años más que yo, entre 45 y 50 años. La había visto fugazmente algunas veces, pero sin prestarle atención. En ese momento rápidamente me di cuenta que se encontraba muy bien conservada. Al momento que llegué estaba recién bañada, con un short y un polo que permitían ver que iba al gym y ...
    ... mantenía una excelente figura. Sin más palabras le entregué el dinero, me agradeció y me retiré.
    
    Tres meses después me escribió un mensaje de texto (no había whatsapp esos años), diciéndome que su esposo había vuelto a viajar y si le podía llevar el dinero. Lo volví a hacer. La volví a encontrar duchada, en short y polo. Un polo que permitía ver que no llevaba brasiere y dejaba muy expuestos sus firmes senos. No pude evitar mirarla con algo de deseo. Ella ni se inmutó. Recibió el dinero y me retiré.
    
    Me dejó muy caliente. Bajé e hice el amor con mi mujer, aprovechando que mi hija dormía. Me tranquilicé y olvidé el incidente. Al día siguiente, que era domingo, al regresar de comprar el pan para el desayuno, me encontré a la señora en el ascensor, con muchas bolsas, llegando del supermercado. Me ofrecí a ayudarla y aceptó. Subí hasta su apartamento, dejé las bolsas y me retiré a mi departamento.
    
    A los pocos minutos recibí un mensaje de texto de ella, agradeciendo mi amabilidad. Le respondí cortésmente, diciéndole algo así como que “era un placer ayudarla”. No me respondió.
    
    Al día siguiente me envió un mensaje de “buenos días vecino, que tenga un lindo día”. Le respondí igual. Estuvimos así, intercambiando mensajes por una semana o algo más, donde me hizo saber que su esposo seguía de viaje. Sentí que era una insinuación y me ofrecí “para ayudarla en cualquier cosa que necesitara mi apoyo”. Se quedó en silencio unas horas y luego me agradeció con un mensaje.
    
    Al día ...
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