1. Autoregalo compleaños


    Fecha: 27/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi pareja y yo siempre habíamos fantaseado con terceros en nuestra cama, con escenas de cornudo y cornuda, de zorra y amo, de puta y cabrón. Solo eso, fantasías
    
    Silvia, mi pareja, tiene 38 años, es latina, exuberante, con unas tetas espectaculares y unos pezones tostados que me vuelven loco. Una cara bonita, una boca hecha para comer pollas y un culo prominente que rompe el cuello de muchos que la ven pasar.
    
    Yo, Alberto, soy un chico atractivo, también en los 38. Elegante, interesante, educado, morboso y con una polla tan grande como gruesa y con una imaginación grande para todo aquello que rodea a nuestro sexo.
    
    Pero vayamos con la historia. En nuestras fantasías aparecía gente, famosos, amigos, desconocidos, blancos, negros...nos ponía muy cachondos pensar que compartíamos cama con otros, siempre desde la imaginación.
    
    Recuerdo que siempre al volver a casa, le mandaba un mensaje a Silvia y le decía: “estoy llegando a casa, dile al otro que tiene que irse”. Entre risas mi polla se endurecía y rozaba el volante de mi coche dentro del pantalón, fantaseando como que Silvia pudiera estar follándose a otro en nuestra casa mientras yo iba camino de ella.
    
    Nunca fui demasiado detallista. Llego su cumpleaños y Silvia me comento que iba a hacerse un regalo a sí misma. Sin darle demasiada importancia le dije que era una idea estupenda, la mejor forma de no fallar. Me miro con una sonrisa especial, con una cara que escondía algo, unos ojos que solo mirarlos me ponían muy ...
    ... cachondo.
    
    Llego el día de su cumpleaños y planeamos irnos a cenar. Era jueves, yo había trabajado todo el día y llegaba a casa con mi traje y mi corbata algo descolocados, pero con ganas de disfrutar de Silvia y poder celebrar su cumpleaños.
    
    No falto el clásico...”estoy llegando a casa, dile al otro que tiene que irse”.
    
    Pero esta vez la respuesta fue distinta “tendrás que esperar acaba de llegar”.
    
    Pensé que era una de nuestras habituales bromas. Pero como también era habitual, mi polla se puso dura como una piedra, solo de pensar que podía ser verdad. En el primer semáforo tuve que sacar mi polla del traje...me oprimía y necesitaba liberarla. Me la fui tocando hasta llegar a casa, pensando en cómo iba a follarme a Silvia antes de salir a cenar, en la follada de boca que iba a darle y varios comentarios soeces que pensaba decirle al oído para desatar su locura.
    
    Llegue a casa corriendo. Abrí la puerta y escuché “te he dicho que tenías que esperar”.
    
    La puerta de nuestro dormitorio estaba entre abierta y mientras cerraba la puerta de entrada escuché la voz entrecortada de Silvia que decía “sigue, nadie te ha dicho que pares”.
    
    Entre a la habitación y empecé a temblar. No podía creer lo que estaba viendo. Parecía una película, una de nuestras muchas fantasías.
    
    Encontré a Silvia, boca abajo, tumbada en la cama. Con la espalda llena de aceite, con tan solo un tanga de hilo tapando la raja de su prominente culo. Al lado suyo un mulato, más negro que blanco, con ...
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