1. Follando al primo, a la prima, a la tía y a la tía abuela. 4


    Fecha: 17/01/2022, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... hiciera?
    
    -De todo.
    
    Mi tía abuela Camila era una mujer de sesenta años que llevaba tres años viuda. Tenía el pelo blanco, en la cabeza, ya que en el coño tenía una tremenda mata de pelo negro, por tener tenía pelo en el coño, en las axilas, en las piernas y en los brazos, por tener hasta tenía un pequeño bigote, poco más que de pelusilla, pero lo tenía. Las únicas arrugas que tenía en su cara morena eran las patas de gallo de sus ojos negros. Sus tetas eran meloneras y decaídas. Delgada no estaba, por eso tenía un tremendo culo y grandes caderas. A ver, para su edad no estaba mal, o sea que aún estaba potable... Me iba a ganar las mil pesetas. Lo primero que hice fue comerle la boca al mismo tiempo que acariciaba su ojete con la yema de mi dedo medio después de haberla mojado en su coño. Camila se derretía con los besos y las caricias en su ojete, de acariciarlo con la yema del dedo pasé a metérselo despacito, despacito pero hasta el fondo. Sin dejar de comerle la boca le follé el culo con él. Se puso tan cachonda que me dijo:
    
    -Quiero que me metas tu polla en el culo el culo.
    
    No me lo tuvo que pedir dos veces.
    
    -Date la vuelta.
    
    Camila se dio la vuelta y se puso a cuatro patas. Le abrí las nalgas con las dos manos y le lamí el periné y parte del ojete. Camila no era cómo su hija, gemía y gemía aún con más ganas cuando mi lengua penetró en su ojete y mis manos le aplaudieron las gordas ...
    ... nalgas. Comenzó un rosario de lamidas, folladas, cachetes y gemidos que acabaron cuando, cachonda cómo en su juventud, me dijo:
    
    -¡Métemela en el culo de una puta vez!
    
    Se la metí, pero se la metí en el coño, la follé y le llené el coño de leche, luego la saqué y ates de que la polla perdiera algo de cuerpo, le clavé el glande en el culo, exclamó:
    
    -¡Diooos! ¡¡Toda, métemela toda!
    
    Se la clavé en el culo hasta el fondo y después echándole una mano al coño encharcado, le di a mazo, le di a romper mientras mi mano se rozaba con su clítoris. Poco después con su culo apretando mi polla, dijo:
    
    -¡Me corro!
    
    Sentí sus jugos mojando la palma de mi mano y me volví a correr, esta vez le llené el culo de leche. Mi tía abuela, al igual que su hija, sufrió una especie de ataque de epilepsia, con la diferencia de que la espuma la echaba por el coño.
    
    Al acabar me eché otro trago de vino, e iba a seguir follándola, pero Camila cogió la cartera que tenía encima de la mesita de noche, la abrió, me dio un billete de mil pesetas, y me dijo:
    
    -Vuelve a casa no vaya a ser que despierten y vean que no estás.
    
    Cogí el billete y le dije:
    
    -Cuando necesites polla, avisa.
    
    -Tengo mucha leña que partir, ya te avisaré.
    
    Y aquí acabo la historia. Conté lo gordo, ya que si lo contara todo sería demasiado largo, daría para una mala novela. Espero que os gustara a los que leísteis las cuatro partes.
    
    Quique. 
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