1. Una evidente y perjudicial desproporción


    Fecha: 15/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    - “¡Yegua, que buena que estás!”
    
    - “¡Grosero, viejo verde!”.
    
    - “Perdón, perdón, fue algo impensado, me salió sin querer cuando súbitamente te vi. Tenés razón, fui grosero pero también debés aceptar que tengo buen gusto. Lo de viejo puede ser, lo de verde seguro que no. No soy verde, simplemente tu hermosura me hizo reverdecer, como lo hubiera hecho con un nonagenario en estado comatoso. Gracias por alegrarme la vista. Adiós”.
    
    Y seguí mi camino por el pasillo rumbo a una reunión con el gerente de la empresa.
    
    Así conocí a Perla, empleada de la firma a la que presto servicios de mantenimiento de sistemas. A mis treinta y ocho años no me puedo quejar. Vivo en la casa heredada de mis padres, tengo ingresos suficientes para un buen pasar y ahorrar. Mi vida social se desarrolla entre amigos de los tiempos de estudiante, otros del gimnasio donde hago artes marciales desde los diez años, y los conocidos del trabajo. Mi nombre es David y sigo soltero.
    
    Una noche, para cambiar la rutina, fui con amigos a una discoteca, algo poco usual en nosotros. Estaba en la barra pidiendo un trago cuando siento que me tocan el hombro.
    
    - “Hola Rever”.
    
    Al darme vuelta me encuentro frente a dos mujeres jóvenes, una era el portento visto en la empresa.
    
    - “Rever… Rever, ahora entiendo, hola… (casi le digo yegua). Convendría presentarnos, así nos llamamos por el nombre. El mío es David”.
    
    - “Yo soy Perla y ella es Sofía”.
    
    - “Un placer Sofía”.
    
    - “También te parece una ...
    ... yegua?”
    
    - “Con esa sonrisa auténtica, con ese cuerpo menudo y armonioso, podrán decirle deliciosa muñeca, tierna mujercita, o algo parecido, pero nunca yegua o linda hembra”.
    
    - “O sea que yo no soy femenina, ni tierna, ni dulce”.
    
    - “Claro que podés serlo, pero tu apariencia exterior predomina de tal manera que tapa cualquier otra faceta personal”.
    
    - “Cambiemos de tema porque parece que estás queriendo levantarte a Sofía”.
    
    - “Has dado con otra diferencia, a mujeres como ella no se las levanta, se las trata de seducir”.
    
    - “Basta, vos chiquita ándate, que me lo llevo a bailar”.
    
    Buen rato estuvimos en la pista bailando como dos amigos, algo que me costó un esfuerzo apreciable. No es sencillo sustraerse a la tentación de pegarse como lapa a semejante ejemplar.
    
    - “Te resulto atractiva?”
    
    - “Muy atractiva”.
    
    - “Sin embargo no veo que me quieras levantar o conquistar. Lo que sea”.
    
    - “Porque no estoy seguro que me convenga”.
    
    - “No te entiendo”.
    
    - “Vamos a suponer que logro conquistarte, el problema es si después me enamoro”.
    
    - “¡Por qué problema!”
    
    - “Es sencillo, vos sos una joven tremendamente atractiva y te esmerás en mostrarlo. Eso hace que detrás de ti se agrupe una manada de pretendientes buscando conseguir algo, y es razonable pensar que alguno lo va a lograr. Como no estoy dispuesto a compartir mi pareja, será algo doloroso y no pienso embarcarme en algo así”.
    
    No es de extrañar que con el correr de los días me encajetara, encoñara o ...
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