1. El ojito derecho de papá


    Fecha: 14/01/2022, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... tan sensual hasta que puso los velos sobre la alfombra, después, sin dejar de contonear las caderas se quitó el velo verde que llevaba en la cintura y danzó, danzó y danzó, hasta que lo puso en el cuello de su padre, luego se dio la vuelta y moviendo las caderas se quitó el velo negro que cubría su nariz y su boca, giro la cabeza, miró a su padre y sonrió.
    
    -¿Qué te pareció, papa?
    
    Pablo quitó el velo de su cuello, lo echo sobre la alfombra, y le dijo:
    
    -Tú no te vas a exhibir así en público.
    
    Sonia no se podía creer lo que estaba oyendo, era la primera vez que le negaba algo. Le preguntó:
    
    -¿Por qué?
    
    -Porque lo digo yo, y vete a vestir.
    
    -Eso es porque no lo hice bien, dilo.
    
    -Lo hiciste demasiado bien.
    
    Sonia sabía lo que le pasaba a su padre, pero quería oír de sus labios que lo había excitado. Le preguntó:
    
    -¿Me quieres explicar que te pasa?
    
    -Pasa que no quiero que te vean cómo te vi yo.
    
    -¿Qué malo hay en que alguien se haga una paja pensando en mí?
    
    Pablo se quedó a cuadros. Su cariñito se había convertido en un ser vulgar.
    
    -¡¿Qué has dicho?!
    
    -Lo que acabas de oír. Ya tengo diecinueve años, papá, hace mucho que dejé de ser una niña. Sé lo que provoco en los hombres.
    
    -¿Y qué provocas, Camila?
    
    Sonia cogió un cabreo brutal.
    
    -¡No me llames Camila!
    
    -¿Qué provocas, Venancia?
    
    Le pusieran Camila de segundo nombre porque así se llamaba su madre y de tercero Venancia por su abuela. Sonia no sabía cual de los nombres detestaba ...
    ... más.
    
    -¡¡Te odio, papá, te odio!!
    
    -Ódiame, pero no me dijiste que provocas, Camila Venancia.
    
    Sonia se desahogó.
    
    -¡Provoco ganas de ponerme a veinte uñas y meterme la polla hasta la garganta!
    
    Pablo se levantó del sofá y con cara de mala hostia, le dijo:
    
    -¡Tira para tu habitación!
    
    Sonia recogió el móvil y los velos y se retiró a su habitación, diciendo:
    
    -¡Te odio, te odio, te odio! ¡¡Cómo te odio!!
    
    En los tres días siguientes Pablo se fue del chalet al despacho antes de que llegara el servicio y volvió después de que se había ido y cuando ya su hija se fuera para cama. Al cuarto día Sonia lo estaba esperando. Al entrar en la sala, le dijo:
    
    -Tenemos que hablar, papa.
    
    -¡No hay nada que hablar! No vas a trabajar en esa obra de teatro.
    
    -No es de eso de lo que quiero hablar.
    
    Pablo sacó la chaqueta, la echó sobre un sofá, aflojó el nudo de la corbata y yendo hacia el mueble bar, le preguntó:
    
    -¿De qué quieres hablar, Sonia?
    
    -De mi regalo de cumpleaños.
    
    -¿A cuántos estamos?
    
    -No te hagas el tonto, mi cumpleaños fue ayer, ayer cumplí veinte años.
    
    Pablo, que era alto, de ojos azules, pelo cano..., era un hombre atractivo, dio con la palma de su mano derecha en la frente, y le dijo:
    
    -¡Qué cabeza la mía! Perdona, cariño, pide lo que quieras, menos hacer la obra de teatro.
    
    Sonia fue a su lado, le quitó de la mano la copa que se había echado, la bebió de un trago, y después mirándolo a los ojos, le dijo:
    
    -Te quiero a ti, te quiero a ti ...
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