1. Descubriendo la puta que hay en ti


    Fecha: 05/01/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    Mi esposa trabajaba en una fundación dedicada a la atención de niños con dificultades de aprendizaje y, en razón de su trabajo, debía relacionarse con personal que laboraba en el área de la salud, médicos, psiquiatras, psicólogos, terapeutas, enfermeras y paramédicos, entre otros, así que su círculo social era bastante amplio y también la posibilidad de compartir diferentes tipos de experiencias, tanto propias como de sus compañeros de trabajo.
    
    No era de extrañar que, por compartir actividades con miembros del sexo opuesto, no se diera uno que otro acercamiento que sugiriera intenciones más allá de lo estrictamente profesional, aunque, en el desempeño de su trabajo, se procuraba mantener las distancias convenientes entre todos para evitar situaciones que alteraran el ambiente laboral y afectaran las relaciones en el equipo de trabajo. Sin embargo, no faltaban las insinuaciones y los comentarios de doble sentido que en algún momento se pudieran considerar.
    
    Marta era una enfermera, compañera de mi esposa en el trabajo, casada con un marino mercante, y madre de dos hijos; un niño de 10 años y una niña de 8 años. Además de su dedicación al hogar, el trabajo como enfermera le permitía, entre otras cosas, obtener unos ingresos que le hacían sentirse autónoma e independiente, satisfacer sus caprichitos personales y colaborar con su esposo en los gastos de la casa. Y, por otra parte, también le distraía de las largas ausencias de su pareja, haciéndole centrar su atención en ...
    ... otras cosas y no pensar en el tiempo que, estando sola, debía resolver muchas situaciones.
    
    Ella era una mujer relativamente joven, unos treinta y ocho años quizá, guapa, de buen estado de ánimo, espontánea, alegre, sociable, servicial y, por lo tanto, de fácil trato con las personas que entraban en contacto con ella. Muchas veces compartimos con ella y su esposo en actividades sociales. En ocasiones sus papás le colaboraban quedándose en la casa con los niños, de manera que, en algunos momentos, podía disponer de tiempo para salir sola y atender compromisos sociales. Nosotros, considerando su situación, y procurando que la pasara lo mejor posible, regularmente la invitábamos a salir, a cenar, a disfrutar de un evento musical, a presenciar una obra de teatro, a cine y demás.
    
    Sin embargo, agradecida con nosotros por tratar de distraerla, era claro que le hacía falta la compañía masculina en esos momentos y que quizá anhelaba poder desfogar todo su deseo y ganas que le despertaban aquellas salidas con su amiga, mi esposa, que casi siempre iba acompañada conmigo, pero ella, siempre acudía sola. Así que, en alguna ocasión le pregunté a mi esposa si ella se sentiría mal si la permitíamos que fuese acompañada por alguien, de modo que no se sintiera como un estorbo para nosotros. La verdad, dijo mi esposa, nunca hemos hablado en profundidad de aquello, pero le voy a proponer, a ver qué dice.
    
    Pasaron los días y, acercándose un fin de semana, le propuse a mi esposa irnos de ...
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