1. Debajo de la mesa


    Fecha: 31/12/2021, Categorías: Erotismo y Amor Autor: sinmedida, Fuente: RelatosEróticos

    Siempre me gustaste, desde que te conocí aquella noche algo se rompió definitivamente dentro de mí. Pero siempre he sido demasiado tímido y nunca encontré la ocasión propicia para decirte lo que estaba sintiendo, era un amor intenso lo que sentía y al mismo tiempo un deseo irrefrenable de llegar hasta los más profundos secretos de tu alma y de tu cuerpo.
    
    No sé si alguna vez notaste que te comía con los ojos cada vez que te miraba, más que mirarte te soñaba despierto. Aquello que un día despertaste dentro de mí crecía cada vez más y ya era mucho más fuerte que yo.
    
    Recuerdo que todo sucedió inesperadamente, como suelen suceder todas las cosas inolvidables. Aquella tarde estabas sentada frente a la mesita de la computadora haciendo no se qué, yo estaba de pie a unos centímetros de ti y observaba algo que había en la pantalla. De repente el pendrive que sostenías en la mano se cayó y rodó travieso por el piso de la habitación hasta quedar debajo de unas cajas llenas de papeles y objetos que había apiladas detrás de la mesa. Yo, servicial como todo enamorado, fui detrás del pendrive y en segundos estaba debajo de la mesa escarbando en aquellas cajas pero sin poder alcanzarlo.
    
    En mi afán rocé sin querer una de tus piernas y de repente vi que tus dos bellos muslos estaban cruzados
    
    frente a mí. Tu pierna respondió a mi roce alargándose hasta tocarme, como una suave caricia. Entonces que todo aquel monstruo que llevaba dentro tomaba el control de la situación y acaricié ...
    ... suavemente aquella bella pierna. Tus muslos de descruzaron y tu risa me hizo notar que aquello que comenzaba a suceder te resultaba placentero.
    
    Yo estaba debajo de la mesa
    
    frente a ti, tus rodillas ligeramente separadas me incitaban cada vez más. Acaricié tus dos piernas al tiempo que besaba tus rodillas, quería comerme tus dos muslos pero mi boca era una sola, no sé cómo tuve paciencia aquella tarde. Comencé a besar tus muslos suavemente por la parte interior y por arriba, una vez el izquierdo y otra el derecho, y cada vez subiendo un poco más, lentamente. Sentí que te estremecías y empezaste a moverte separando un poco más las piernas, cuando apenas había recorrido la mitad del camino ya gemías y reías al mismo tiempo. Pero yo seguía mi camino lentamente, ya había sobrepasado la parte que suelen enseñar las faldas y me adentraba en el área íntima de tus hermosos muslos. Sé que tú hubieras querido que fuera más rápido pero yo me acercaba con lentitud, como el que no tiene prisa por llegar.
    
    Tomé tus rodillas y las levanté, apoyándolas sobre mis hombros, de esta forma continué mi camino hacia ti. Ya casi estaba ahí, podía sentir el calor de tu sexo excitado debajo de aquellas bragas azules. Cuando mis labios llegaron al límite de tus bragas y mi lengua ávida de placer se deslizó debajo te oí gritar y reír al mismo tiempo. Mis manos tomaron tus bragas y las quitaron definitivamente de la escena, y tu sexo apareció frente a mí con todo su esplendor. Pasé suavemente mi ...
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