1. Primera vez con un viejo con ganas


    Fecha: 19/07/2017, Categorías: Incesto Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamo Santiago, pero me llaman Santi. Tengo 19 años recién cumplidos, soy atlético, mido 1.82 de altura, lo que me hace parecer flaco, pero no lo estoy; aunque voy constantemente al gym y me doy mis buenas palizas no me veo delgado, pero sí tengo cachas y un buen culo, de la delantera solo digo que me conformo con mis 18 cm. en reposo. Soy gay salido del armario muy pronto, todavía era menor; le doy a todo, pero lo que me gusta de verdad son los viejos con malas intenciones. Lo que pasa es que los viejos pasivos son muy cobardes y no se atreven tanto como los activos que son descarados o eso me parece a mí.
    
    Me depilo todo cada quince días y el pecho cada semana. Las piernas y las axilas ya no los depilo porque he recibido en total ocho sesiones de láser y tengo las piernas muy lisas y los sobacos ya no me huelen. Me quedan cuatro sesiones que cuando pase el verano las emplearé en el vello púbico. También llevo muy corto el pelo de mi cabeza, rapado por los laterales y una cresta frontal que suelo fijar contra el viento.
    
    Mis padres van cada uno por su lado, nunca se casaron, luego no pueden divorciarse, se juntaron, vivieron juntos, follaron y aquí estoy. Después de mi nacimiento se arrepintieron de haberse despistado y mi madre se fue no sé ni a dónde. Mi padre me puso una mujer que me cuidara y una tarjeta en la que me deposita el dinero que necesito. Como es rico, me dice que ya heredaré, de momento desea que no me falte nada.
    
    Cada año me voy de vacaciones en ...
    ... verano y me lo paso de puta madre. Este año lo he dedicado a buscar viejos verdes con quienes pasar una tarde o noche y follarnos mutuamente. Porque a mí lo que me gusta es follar, pero un viejo que sea pasivo es más difícil de encontrar que una aguja en un pajar, y eso que los hay y no pocos.
    
    En el pueblo donde me encontraba a comienzos del verano, descubrí viejos que miraban a los chicos del pueblo, pero no a las chicas, y me dije: “Santi, ahí los tienes”. Pasé por delante de ellos tal como voy por el mundo en verano, zapatillas blancas sin calcetines, short tejano desgastado, con rotos y de media caña, es decir, que se queda a la mitad del muslo, eso hace que los rotos queden altos y son tentadores y les doy un par de vueltas para que suban más y presumir mis piernas limpiamente depiladas; visto camisetas de tirantes muy sesgadas con espalda de nadador, gorra y gafas muy cursis, femeninas y llamativas.
    
    Esperé a que los chicos se fueran y poco a poco los viejos que me miraban con ganas se fueron porque detrás de mis gafas no sabían adonde miraba. Pero un viejo que se rascaba sus huevos por encima de su pantalón se quedó en el banco sentado y de vez en cuando me miraba. Descaradamente me levanté, di media vuelta al parque y observé que me seguía con su mirada, y consecuentemente fui a parar al banco en donde se encontraba.
    
    — Muy buenas.
    
    — Buenas.
    
    — ¿Qué tal por aquí, por este pueblo?
    
    — Lo de siempre.
    
    — ¿Qué es lo de siempre?
    
    Esta pregunta le puso un ...
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