1. La virginidad de Eva


    Fecha: 19/12/2021, Categorías: Confesiones Autor: Geronimo68, Fuente: CuentoRelatos

    ... cobró tamaño. La chupaba, la lamía y la miraba crecer. No se la veía muy convencida de que tal miembro pudiera entrar en su conchita. Tendría que “trabajarla” muy bien. Cuando ya mi pija hubo tomado suficiente temperatura, decidí que era hora de avanzar. Detuve su labor sobre la poronga e hice que se recostara. Fui de nuevo a lamer y humedecer su conchita, aunque realmente humedad no le faltaba. Fue más bien para volver a hacerle levantar temperatura y abrirle los labios con mi lengua. Después fui subiendo por encima de cuerpo para coincidir y dejar la punta de mi verga justo rozando sus carnes más íntimas. Me incorporé un poco y tomando el tallo hice rozar la cabeza justo por la hendidura que manaba y manaba jugos. Todo estaba húmedo y lubricado. La verga separó los labios y le seguí jugando en un deslizamiento hacia arriba y hacia abajo… Entornaba los ojos y respiraba ya agitadamente. Hice la primera tentativa y encontré la entrada misma de su cuevita. Empujé un poco y apenas sintió la presión abrió los ojos y me aferró los brazos. Me detuve. Seguí jugando en su raja para hacerla excitar más. Le acariciaba los labios y el clítoris. Pude comprobar que eso le agradaba. Mi verga también chorreaba y le descargaba gruesos hilos de jugos. Apunté otra vez y empujé. Ahora si la cabeza ganó espacio y se fue vagina adentro. Pegó un respingo y se tensó como en estado de alerta.
    
    -¿Duele?
    
    -Un poco… es muy gruesa!
    
    -No, tranquila. No es tan gruesa y tu conchita es elástica. ...
    ... La recibirá. Tranquila y no te pongas tensa o se hará más difícil… Te la dejo ahí quietecita para que habitúes. Tranquila… no hay apuro.
    
    Después de un rato empecé a moverla muy despacio hacia adentro y afuera. Hasta que volví a arremeter y se la hice ir hasta la mitad. Hizo una cierta mueca de dolor pero no dijo nada. Volví a pujar y ya no me detuve. Se la puse toda y ya su virginidad empezó a ser recuerdo. Se la saqué solo para ver como respondía y noté un hilito de sangre en el glande. No le dije nada para no asustarla y me limité a penetrarla nuevamente ya sin tanta dificultad. Su conchita divina me recibía ya más distendida aunque su estrechez me jugaba a favor. Empecé a cogerla muy lenta y pausadamente. El dolor se tornó placer y daba muestras de entrar a disfrutar. Todo iba de maravillas. Solo como por presumir, le pregunté:
    
    -¿Quieres que te la saque?
    
    -No… estoy bien… creo que me gusta…
    
    -¿Crees?
    
    Bueno… se siente bien ahora!
    
    No más palabras. La niña estaba gozando y había que darle el gusto. Las entradas y salidas se hicieron más rápidas, más frenéticas. Los colores terminaron de entonarle las mejillas. Suspiraba y gemía. Seguramente fue instintivo, pero levantó las piernas y me las cruzó en tijera por arriba de las caderas. Indudablemente buscaba más penetración. Ya no le temía al grosor y pedía más. Así que las estocadas se hicieron más y más profundas hasta que mis huevos bombearon un torrente de leche y ella lo sintió.
    
    -Aaay… que calientita se ...
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