1. Con su blanca palidez


    Fecha: 09/12/2021, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... de dejar atrás el pasado y centrarse en atender a su nueva ama?” se dijo Kalu mientras observaba cómo la muchacha se acercaba contoneándose voluptuosa y mirándole con una sonrisa aviesa, lo que terminó de disipar la espesa niebla que había cubierto su ánimo hacía poco y revitalizó su decaída virilidad. Cuando llegó hasta el chico, atrapó su floreciente pene y le condujo de él hasta una piedra grande, andando de espaldas. En el trayecto, sus manos amasaron las tetas de ella, para regocijo de ambos. Al llegar a la roca, el ama se dejó caer hacia atrás, arrastrándole a él encima. El juego de fintas había acabado. Empezaba el combate cuerpo a cuerpo…
    
    La presión de sus tetas contra su pecho le encantó, aunque prefería sentirlas en sus manos. Las estrujó lateralmente y ella le dijo algo turbador con una voz que le subyugó. “Intentaré complacerte, ama; enséñame”, le contestó él, más que predispuesto. Intuía que le estaba dando instrucciones de lo que quería que hiciera, pero él no la entendía; sólo captaba su anhelo, que no sabía cómo satisfacer. El deseo en la voz de la muchacha era cada vez más apremiante, pero él ignoraba de qué, así que acabó besándola para que callara.
    
    Le pareció que los besos del ama no eran gran cosa, y su aliento… Andriy le había enseñado a besar y él había aprovechado bien las lecciones, pero el amo no les besaba nunca en la cara, así que no había practicado desde… Ignorando su aliento, se puso a demostrarle a la joven lo que sabía hacer con los ...
    ... labios y la lengua. No debía ser eso lo que le había ordenado, porque pareció sorprendida al principio… pero complacida después.
    
    Le fascinaban sus pezones, que notaba duros como guijarros entre sus dedos; eran mucho más grandes que los de Andriy y se preguntó si el ama le permitiría alguna vez besarlos, sorberlos, mordisquearlos, como a los de su amigo. Las tetas de las mujeres son para los bebés, lo sabía, pero… ¡le apetecía tanto! Por un instante, deseó ser amo y hacer con ella lo que quisiera. Iba a darse un festín devorando aquellas tetas, si pudiera…
    
    A la deriva en un mar de sensaciones nuevas y olvidadas, intensas y deliciosas, apenas se dio cuenta de que la diestra mano de la chica había pilotado su nave rumbo a la terra incognita, embocando la quilla entre sus mojados acantilados, hacia una gruta ignorada… Al notarlo, le invadió un miedo pánico y rompió el abrazo, incorporándose algo para poder mirarla a la cara. Estaba seria, esperando tensa, casi impaciente. Era el momento de la verdad: su ama le estaba examinando… y él no tenía ni idea de qué iba el examen.
    
    Empujó con miedo su glande en aquél húmedo y cálido conducto hasta topar con un obstáculo inesperado y se paró, sin saber qué hacer. La miró, buscando instrucciones, pero ella tenía los ojos cerrados; cuando los abrió, sólo vio en ellos extrañeza e insatisfacción. A falta de respuestas, supuso que era un esfínter, como su ano, y procedió a dilatarlo con cuidado. Lubricado estaba, así que debía ser cuestión ...
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