1. A solas con el guardián de la casa


    Fecha: 08/11/2021, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... me masturbaba ya que solía largar semen antes de la eyaculación. Usé mi saliva para lubricar el condón por fuera y manoseé mi verga a gusto.
    
    Mis inquietas manos retornaron al mismo sitio de antes, restregaron los genitales del perro y exploraron los puntos más sensibles de su cuerpo. Quería ver su verga grande y dura para poder comérmela, mas no conseguía hacer que se excitara lo suficiente. Pensé que lo mejor sería empezar por detrás para ver si lograba hacer que se empalmara.
    
    Apoyé las rodillas en el suelo, me acomodé detrás del perro, levanté su tiesa cola, observé con detenimiento sus carnosas nalgas, toqué su parte trasera y noté que su orificio anal parecía un oscuro bache mal tapado. Con paciencia y lentitud, fui metiendo mi verga en el interior de su agujero hasta que logré llegar al fondo. Le di suaves penetraciones para que no perdiera los estribos y me mordiera. Fue así como dio inicio una de las experiencias más emocionantes de mi vida.
    
    Mis manos se mantenían firmes en los laterales del animal, mis codos estaban justo sobre su coxis, mi cuerpo se mantenía tenso, electrizantes sensaciones desconocidas recorrían mis piernas y sentía cómo tiritaban. Penetrarlo resultó difícil ya que su culo estaba muy apretado, era como meterla en el hueco de un árbol. Fui acelerando de a poco para ir explorando cuán lejos podía llegar. La satisfacción me domeñó en poco tiempo, sentí las típicas contracciones prostáticas y me vine. Aunque fue bastante rápido, lo disfruté ...
    ... como nunca antes lo había disfrutado. Lamentablemente, mi erección perdió fuerza y ya no pude seguir metiéndosela.
    
    Retiré la verga del orificio trasero, me quité el condón, dejé caer el espeso semen en el suelo, el animal lamió el piso y no dejó rastro alguno de mis secreciones. Me senté al costado, volví a tomar el paquete del perro con mis manos, acaricié sus órganos sexuales con frenesí, manoseé sus hermosas bolas y estiré su bello prepucio. Mi mano derecha exploró su miembro de una punta a la otra, apreté varias veces en la parte de atrás como hacían los veterinarios durante la inseminación artificial, hallé el sitio preciso y logré hacer que se excitara.
    
    Al poco tiempo, comenzó a lanzar líquido preseminal mientras su puntiaguda salchichita se iba agrandando poco a poco. En menos de un minuto, su diminuto miembro se convirtió en un socotroco enrojecido repleto de protuberantes venitas que parecían estar a punto de estallar por la presión arterial. En la parte de atrás, el bulbo peneano se infló como un globo y quedó del tamaño de una pelota de tenis. No la medí en ese momento, pero estoy seguro de que medía más de veinte centímetros. Su verga dura se veía muy deliciosa, tenía ganas de zampármela de un bocado. Fue entonces que le puse el condón para que la inminente mamada fuese segura y sin riesgos de infección. Yo era consciente de que me estaba exponiendo a un montón de bacterias desconocidas que podían perjudicar mi salud.
    
    Le chupé la pija como si fuese un helado ...
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