1. Por favor: que manera de interrumpir


    Fecha: 26/10/2021, Categorías: Confesiones Autor: Astrid Carolina, Fuente: CuentoRelatos

    ... empezó a levantar de las nalgas y a embestir hacia arriba y yo dejándome caer indefensa, ante la atropellada dura y agradable de su verga.
    
    Empecé a gemir, más de la cuenta. Siempre he sido medio gritona cuando me lo saben hacer. Si al principio fue sexo suave, ahora si era durísimo.
    
    -No grites Carla, los vecinos te van a escuchar.
    
    -Que se vayan a la mierda. Me gusta, Roberto, así, dame… dame amor… que rico, que riiico.
    
    Siguió bombeándome y ya era inevitable que terminara. Sentí un gemido de explosión y una mordida en el hombro.
    
    Se sentía el semen calentito en mi culito. Descansé mi cabeza en su hombro, mientras respiraba agitadamente y le susurraba… que rico, que buen polvo me has metido… gracias.
    
    Movió sus caderas hacia atrás, dejando salir su verga atrapada en mi culito. Bajé las piernas hacia el suelo y quedé en pie. De pronto la cara interna del muslo veía como iba chorreando el gomoso semen que me había dejado adentro.
    
    Tomó un poco de papel higiénico para limpiarme y le dije, “no mi amor… a bañarnos, a la ducha señor” y prácticamente lo empujé hacia el baño.
    
    Fue un baño rápido ...
    ... solo para asearnos el sudor y en mi caso el semen de mi cuerpo.
    
    -No te mojes la cabeza, sino tu ayudante puede sospechar.
    
    -Carla, y quien es ese amigo que te llamó?
    
    -Celoso?
    
    -Un poco, pero sobretodo curiosidad…
    
    -Un buen amigo, así de sencillo.
    
    Salí del baño, me puse el camisón que estaba sobre la cama, mientras Roberto ya se estaba subiendo el pantalón.
    
    -Ya, ya, apúrese, póngase a trabajar. Que Richard no le paga por cacharse a su mujer, sino para que arregles la baranda.
    
    Se sonrió. Mientras iba saliendo de la habitación.
    
    Cerré la puerta. Me dejé caer en la cama y una idea empezó a aparecer en mis pensamientos; mientras los ruidos del martilleo sobre la madera se volvían cada vez más fuertes.
    
    No sólo tenía que pensar en qué decirle a mi esposo sobre la compostura de la baranda, sino sobre todo, y era lo que más me preocupaba, que excusa le tendría que inventar a Jorge por haberlo choteado.
    
    Que complicado es tratar de buscar la felicidad, pensé. Vi la foto de mi matrimonio en la mesa de noche. Cerré los ojos. Me puse a pensar sobre qué cosas necesitaba comprar para la cena. 
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