1. Ricardo


    Fecha: 17/07/2017, Categorías: Incesto Autor: MariaYute, Fuente: CuentoRelatos

    ... la lencería está bien, me la pongo… pero… ¿y la fragancia?“
    
    “Ponete una gota en cada uno de tus siete orificios”
    
    Con la info que tenía de Mabel, sobre las preferencias del marido, me preparé a conciencia: cabello recogido en cola de caballo, pubis depilado, la lencería regalada, tacos altos, minifalda diminuta, escote generoso y derroche de perfume.
    
    Llegó, apenas después de las 13:00 hs., ambos sabíamos a qué había venido. Fue al grano sin muchas vueltas. Antes de la 14:00 estábamos cogiendo.
    
    Apenas nos sentamos, lado a lado, en el sofá del living, me estremeció con sus labios en los míos, su lengua trenzada con la mía, sus fuertes manos acariciando mis piernas, nalgas y concha, calzón de por medio. De ahí a poco, la emprendió con mi blusa, corpiño, minifalda, bombacha y zapatos, quedé desnuda a su merced.
    
    En escasos segundos, se deshizo de su vestuario, su miembro, templado al tacto, no me pareció tan portentoso como lo describía Mabel, pero si considerable en largo y diámetro.
    
    Me acostó, separó mis piernas, sentí su piel caliente apoyada en la mía, su pecho aplastando mis pezones, mi concha desnuda topada por algo, lo acomodé con una mano y él presionó suavemente haciendo que se introdujera, flexioné las ...
    ... rodillas, entró hasta que percibí sus testículos chocar con mis nalgas y un placer imposible de describir mientras me llenaba. Unos pocos “pistonazos” después, grité, exploté, tuve un terrible primer orgasmo. No me había hecho más de lo que proponía mi marido… pero era toda otra cosa. Él siguió con el entra y sale, regalándome un par de orgasmos más, hasta que el turno de gritar fue el suyo, mientras me inundaba la concha con su semen.
    
    A continuación tras una breve pausa, en el dormitorio, Ricky confirmó con creces la que mi amiga Mabel me había dicho de él “que en la cama aguanta como un toro”. Me dio para que tenga y guarde: sexo oral –en eso yo le retribuí algo mamándole la verga-, tres nuevas cogidas, una de ella culminando en mi culo, orgasmos múltiples. Cuatro, fantásticos, polvos en una tarde, ni por asomo, los había imaginado antes.
    
    Al despedirnos tenía concha y culo maltrechos, llenos de su leche, pero una euforia “desbocada” por el festival de los sentidos que había disfrutado.
    
    Diariamente cuando Martín se acurruca a mis espaldas, a veces me abraza, simulo estar dormida, pero, muy adentro, acuso su reproche y el de mi amiga Mabel, por mi falta de lealtad.
    
    Sin embargo, no veo la hora de que, mi marido, viaje de nuevo. 
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