1. SOY PUTA (IV): Las fotos


    Fecha: 04/05/2018, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    Como he contado en los últimos relatos, el tal Pedro se fue de la lengua desvelando lo que ocurría en el escondrijo, y el rumor fue pasando de boca en boca. Tanto los chicos como yo lo negábamos, con lo cual y como en todo rumor, en el pueblo había división de opiniones: unos se lo creían y otros no. Esa división de opiniones no dejaba en muy buen lugar a Pedro, pues los que no se lo creían daban por supuesto que se estaba intentando vengar porque yo lo había rechazado. Pasaban los meses, y yo hasta me divertía con el rumor. La gente especulaba a mi paso y tenía ganada ya una fama de guarrilla cuya veracidad seguía siendo un misterio para todo el pueblo, además me contentaba más el hecho de que Pedro saliera tan "mal parado" como yo a causa de su propia vileza. Con mis 14 años ya cumplidos, me llega a casa por correo un sobre. En un lado ponía mi nombre y dirección y en lado del remitente ponía PEDRO. Cuando lo abrí y vi lo que había dentro, el corazón se me puso a mil pulsaciones. Saqué del sobre como una docena de fotos sacadas desde fuera de la cabaña de Luis, en las que a través de una ventana se veía una de las orgías que los chicos se montaban conmigo. También había un papel en el que ponía un escrito: "¿Te gustan las fotos? Si no quieres que las vea todo el pueblo llámame al *********". Me dio muchísima rabia ver esas fotos y la amenaza, pues convertirme en rehén de un tío tan desagradable era lo último que me apetecía, y además ya me imaginaba lo que quería de mi. ...
    ... Le llamé y me citó para el día siguiente a las 5 de la tarde en la entrada del cementerio.
    
    Pues allí estaba yo a las 5 de la tarde, recién llegada al cementerio, un poco cansada pues éste queda monte arriba y apartado del pueblo. Tuve que esperar media hora más hasta que apareció Pedro en su moto. Sacó un casco, me dijo que subiera y nos fuimos más hacia arriba del monte para desviarnos por un camino estrecho y sin asfaltar. Llegamos al final del camino, ya metidos de lleno en el bosque, y ahí paró la moto. Nos quitamos el casco y me hizo bajar. Yo le pedí que por favor no enseñara esas fotos a nadie, y él contestó que si tanto me importaba mantener esas fotos en secreto, tendría que mostrarme dispuesta a hacer lo que fuera. Así acepté, cosa que me llevó a una espiral de la que no tendría posibilidad de salir bien parada.
    
    Me dijo que desde ese momento comenzaba un juego en el que yo tendría que superar pruebas, por supuesto sexuales, y que en cada una de ellas él me sacaría nuevas fotos. Irónicamente me preguntó si estaba conforme, y yo ni me molesté en responder. Quizá esperaba temor por mi parte, o que le rogara piedad, teniendo en cuenta que estaba sola, indefensa, que él podría hacer lo que quisiera y yo no podía negarme porque me tenía chantajeada. Pero no podía permitir que fuera así: donde debería haber temor sólo había resignación, inexpresividad. No podía darle la satisfacción de que me viera contrariada y humillada.
    
    Yo asimilaba todo aquello como una nueva ...
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