1. Encuentros con Sofía (Cap. 1)


    Fecha: 27/03/2018, Categorías: Sexo Oral Autor: andrewotero, Fuente: CuentoRelatos

    ... vagina para empezar una última bombeada. No sé si por el calor del agua, o por la pasión, pero nuestros cuerpos hervían como nunca.
    
    Yo la bombeaba como el macho que me sentía con ella, ella solo gemía, y se retorcía como una loca. En eso empezó a gritar, por primera vez en nuestros encuentros sexuales. Pero no gritaba malas palabras ni nada por el estilo, sino eran sus gemidos convertidos en gritos, un “!!AAA aaaa AAA!!!!” continuo, imparable.
    
    Yo sentía como entraba y salía de ella, como si fuera la última vez que lo haría. Como si mi vida dependiera de ello. Entraba y salía una y otra vez, en ritmo acelerados, cada vez más acelerados y fuertes, como si quisiera volver a entrar a ese lugar del cual había salido alguna vez, al momento de nacer.
    
    Sofía se convulsionaba entre mis manos, y su trasero soportaba mis brutales embestidas, por mi parte no quería olvidarme que ella era mi madre, y eso me tenía como loco.
    
    —¡ya no aguanto más!!, me gritó, ¡termina yaaaaaaa!!
    
    Y así lo hice, aumenté el ritmo y provoqué una explosión incomparable, inmejorable, vacié todo lo que me quedaba dentro de ella. Sentía pasar mi líquido seminal por mi uretra y vaciarse por completo mis testículos, sentía como mi glande abría su boca para expulsar un gran chorro de semen, reservado solo para ...
    ... ella.
    
    —¡Aaahhh!!! ¡ohhhhh, ahhhh!! Gritamos los dos.
    
    Mientras nuestros cuerpos terminaban de convulsionar, y yo la mantenía lo más apegada a mí, como si no quisiera soltarla nunca, Sofía tensaba su vagina y su trasero, apegándolo lo más posible hacia mí.
    
    Terminamos, juntos esta vez, ella por cuarta ocasión y yo por segunda vez esa noche.
    
    Salimos juntos del yacusi, mientras lo dejamos vaciarse. Y nos dirigimos a la cama, nos recostamos juntos, ninguno decía nada, tuve que hacerla apoyarse en mí, pues la sentía desfallecer.
    
    Nos recostamos y nos abrazamos, nuestros cuerpos agitados no podían calmarse.
    
    Por fin, casi al unísono dijimos “¡Te amo!”, un beso sutil y nos dormimos abrazados y completamente satisfechos.
    
    Al otro día nos dormimos de más, casi despertamos al medio día, eso porque el encargado del motel nos llamó al teléfono de la habitación par a preguntarnos si todo estaba bien.
    
    Nos vestimos, cancelamos todo y salimos rumbo a la ciudad. Paramos a desayunar, mientras la pasábamos de lo más bien, reíamos, nos molestábamos, nos besábamos, nos abrazábamos, éramos la pareja perfecta.
    
    Los “Te amo”, sonaban a cada instante en nuestras bocas, por fin sentía a Sofía como mi mujer, solo mi mujer, atrás había quedado su imagen de madre abnegada, ahora y para siempre sería mi mujer. 
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