1. Soy el macho y amante de mi madre


    Fecha: 08/03/2018, Categorías: Gays Autor: Joaco, Fuente: CuentoRelatos

    ... tenía nada de malo. No respondió nada, pero su turbación era evidente, así que decidimos dar por terminado el masaje.
    
    De un momento para otro comenzó a usar ciertas prendas para dormir que dejaban muy poco para mi imaginación. Vestía unas pijamas transparentes de color negro y rojo cuyo tejido me permitía apreciar totalmente la dimensión de sus senos y sus pezones grandes, así como también el tamaño de sus pequeños interiores que entrando en medio de sus nalgas daban toda la libertad para que estas armónicamente se mecieran cuando ella caminaba. Sé que en cada una de sus actitudes había una cierta coquetería o desafío, y pienso que encararme de esa manera perseguía, o bien que se me quitara la bobada con respecto a ella, y me acostumbrara a verla como mi madre o, a acabar de generar ese clima de morbo infinito en el cual convivíamos. Para bien o para mal ocurrió esto último y la tentación de estar solos, de vivir en esa intimidad peligrosa habló mas alto. Sin poder evitarlo comencé a buscar un contacto cada vez mas cercano, abrazándola por el menor motivo y queriendo apartar cualquier prevención de su parte, comencé a jugar con sus cabellos, a cargarla a pesar de sus 65 kilos de carne deliciosa, y a llevarle el jugo a su cama en las mañanas de los fines de semana, cuando entraba a su cuarto, me sentaba en su cama y le estampaba un beso en su frente acariciando sus cabellos y despertándola con frases melosas.
    
    Quería convertirme en el macho que nunca tuvo, en ese hombre ...
    ... tierno, atento, detallista, que la consintiera y la hiciera sentirse la nena que nunca pudo ser. La cercanía de nuestros cuerpos era cada vez menos inocente, y yo en casa dejé de usar pantaloncillos y me colocaba únicamente un short que le permitiría dimensionar y sentir en su piel el tamaño de mi pene. Cuando la abrazaba al comienzo evitaba que mis piernas entraran en contacto con su cuerpo, pero decidí que era preciso que tomara la iniciativa y empecé a juntarme mas al suyo, abrazándola con fuerza, pasando mis manos por su talle y acercando mis labios a su cuello, cuya cercanía le producía una sensación inocultable que se expresaba a través de lo erizado de los preciosos vellos de sus brazos. Solo faltaba un pretexto para terminar amándonos como hasta ahora lo hacemos.
    
    No había pasado un mes cuando llegaron las puertas interiores y ella contrario a lo que pensaba, las dejó de lado diciéndole al maestro de la obra que las instalaría cuando todo llegara y no por partes. Eso me confirmó que ambos podríamos estar deseando espiarnos mutuamente, y que ella sabía que yo vivía pendiente de sus entradas a la ducha para darme el espectáculo de su piel de marfil, acariciándose con el jabón y reprimiendo el deseo insoportable que sentíamos y que estaba a punto de enloquecernos. Un viernes en la noche tuve que ir a un compromiso de la facultad. Cuando regresé estaba muy cambiada y de un pésimo humor. Había vestido una trusa negra que la cubría totalmente, y al mirarme, el disgusto en ...
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