1. El día siguiente a San Valentín


    Fecha: 08/03/2018, Categorías: Humorísticos Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... "Vamos, Nuria, vamos", me pidió entre suspiros, y se sacó su ancho cipote de la portañuela de su pantalón. La verdad es que ante tan magnífico tronco duro y venoso, difícil es negarse una a que la follen; sin duda, ese cipotón colmaría mi coño, y a mí me llenaría de placer. Así, que me quité el pantalón del pijama, mis braguitas, y, allí mismo, en el sofá, a horcajadas, cabalgué sobre Diego bien apuntalada, y él me poseyó, fui suya hasta extenuarme y acoger el semen que él derramó en mi interior mientras sollozaba de alegría.
    
    Esto es lo que me venía ocurriendo desde hacía varios meses; pero este día, estoy segura, era San Valentín.
    
    Mi marido y yo almorzamos sopa de sobre y nos acostamos desnudos sobre las sábanas. Teníamos frío y pegamos nuestros cuerpos: el suyo, atlético y depilado; el mío, pálido y delicado.
    
    "Nuria", llamó suave y ronco; "Dime, Antonio", respondí; "¿Sabes?, sí, lo sabes, desde hace un tiempo recibo una llamada a estas horas, cada pocos días, dos..., o tres", explicó; "Sí"; "Es un número oculto, la voz es extraña, me cita para una entrevista en lugares diferentes, voy y no hay nadie"; "No te darán bien las señas"; "Hoy toca"; "Qué"; "Que me llame, pero no contestaré"; "¿No?"; "No, es San Valentín y pasaré el resto de este día con la mujer a la que amo, follaremos hasta que no podamos más, Nuria". Dicho esto último, mi marido me cubrió con su cuerpo caliente y me besó la boca con ardor, metiendo su lengua; a los pocos minutos, sentí su dureza en mi ...
    ... pubis abriéndose camino hasta cruzar el portal de mi cuerpo, y suspiré: me gustaba tanto follar así, con mi marido, envueltos los dos en la tenue luz del atardecer que entraba a través de la persiana, gozando del roce preciso que necesitábamos para ascender al climax... ¡Ah, mi marido!
    
    Sonó el teléfono.
    
    Sonó el teléfono.
    
    ¡Sonó!...
    
    "Oh, Nuria, Nu-ria, me co-rro, oh"; "ah, ah-An-Antonio, es-espera, ah, ya, ya, ¡ya!"
    
    Dejó de sonar.
    
    Sonó el timbre.
    
    "Quién podrá ser a estas horas, esperas a alguien?", preguntó mi marido; "No sé, no, no espero a nadie", respondí; "Iré a ver."
    
    Se incorporó de la cama; se puso una bata y las pantuflas y salió de la habitación.
    
    No cerró al salir, por lo que pude oír que la persona que había llamado a nuestra puerta preguntaba por mí; era la voz de Diego: "¿Está Nuria?" Después oí un murmullo de frases masculinas que se montaban unas sobre otras, una especie de diálogo que a veces se tornaba en discusión. En esas veces, yo oía algunas palabras pronunciadas a más volumen que otras: "¡Es mi mujer! ", "¡¿Tu mujer?!"," ¡Eres un cabronazo!", ¡Tú eres un muerto de hambre, y lo seguirás siendo!", "¡No te consiento!","¡Ella se merece otra cosa!"
    
    Me levanté de la cama; me puse un camisón semitransparente y salí... Los dos hombres se me quedaron mirando paralizados.
    
    El día siguiente a San Valentín, desperté en una cama que no era la mía; al lado de un hombre que no era el mío; en una habitación confortable. Miré al de al lado y ...