1. Consulta con el urólogo


    Fecha: 17/06/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... Ya…, a ver, entiende bien, ¿has follado alguna vez con alguien?
    
    — Hace tiempo que no, doctor.
    
    — ¿Como cuánto tiempo hace?
    
    — Desde que salí del Colegio…, ah, no, el verano pasado…, sí, el verano pasado.
    
    — Ya, ¿con una chica?
    
    — No, hmm, hmm, doctor —bajé el nivel de mi voz—, con un primo mío, pero no fue nada del otro mundo, no crea.
    
    — No, yo no creo, pero te gustan los chicos…
    
    — Verá, doctor, es lo que hay, ¿no?
    
    — ¿Te gustaría que fuese alguien mayor, ¿es eso lo que quieres decir…?
    
    — Sí, doctor, pero no vaya a pensar usted que yo…
    
    — No pienso nada, solo te digo que desde que estamos hablando no te ha salido ni una sola gota de orina.
    
    — No, doctor, yo tampoco he notado necesidad.
    
    — Vamos a la segunda parte, cierra los ojos y piensa en cualquier cosa, como si soñaras.
    
    El doctor me descapulló mi polla que yo ya notaba que se me iba levantando de estar expuesto totalmente desnudo ante el doctor. Sentí placer cuando con dos dedos subía y bajaba el pellejo y cómo se iba animando a tener mayor velocidad. El colmo de mi placer fue cuando me rodeó la polla con toda su mano y sentía el calor y comenzó a masturbarme; entonces sentí que mi orgasmo se aproximaba y aguanté todo lo que pude, pero como todo tiene un fin, eyaculé y me pareció abundante, aunque no lo vi, porque el doctor con unas toallitas de papel limpió y echó en un tacho con pedal, no lo veía pero escuchaba todos los sonidos y ruidos. No podía decir palabras porque el doctor me había ...
    ... producido tal placer que estaba muy distendido y sereno. Tiempo que no me encontraba así. Todavía un rato largo sentía en la punta de mi pene un pequeño e intenso regusto y en todo el entorno una situación placentera inconmensurable. Debía de estar con una cara llena de placer y sonrisa porque el doctor me preguntó:
    
    — ¿De qué te ríes tan a gusto?
    
    — Porque nadie me había dado nunca tanto alivio a mis males.
    
    — Creo que esto se te va a curar en un par de días o tres, hoy es martes…, uno, dos, tres —contaba con sus dedos enguatados— el viernes has de venir.
    
    — ¿Ya está, doctor?
    
    — No; pero no falta mucho, ¿tienes prisa?
    
    — Ninguna doctor, estoy muy a gusto y esperanzado.
    
    Se cambió los guantes y se puso otros, no sé por qué pero estos eran blancos. Me imaginé que los otros estaban pringados de mi leche y por eso se los cambió. Entonces me dijo:
    
    — Si te duele algo, dilo de inmediato, no te calles…
    
    — Ok, doctor.
    
    — Cierra tus ojos o mira al techo y piensa lo que quieras, pero siente todo para decirme si algo te duele.
    
    — Ok.
    
    Me levantó las piernas poniendo mis talones junto a las nalgas y me indicó que dejara mis extremidades liberadas de tensión. No sé que me hizo, pero sentí como un dedo que se paseaba por mi ojete con algo muy frío, que me parecía resbaladizo y pensé que sería una pomada. Así estuvo un rato largo y metió el dedo al interior de mi culo y seguía moviéndolo al tiempo que hacía presión con otro, pero no me hacía daño y sin darme cuenta ...