1. La viuda de mi tío


    Fecha: 19/02/2018, Categorías: Gays Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    La llamaban la Viuda porque lo era. Era la viuda del cacique del pueblo. Un indiano que fuera el dueño de tantas tierras y tantos animales que cuando murió, a los ochenta años, ya ni sabía lo que tenía.
    
    La Viuda tenía 39 años cuando murió el indiano. (Llevara 20 años casada con el) Era hija de la Paca, una mujer casada con Suso, un vago borracho que nunca diera un palo al agua, y que después de casarse su única hija con el indiano y hacerlo este encargado de sus tierras, se creía Felipe II dirigiendo las obras del Escorial... Y qué decir de la Paca, que se había roto la espalda trabajando al jornal para mantener al vago borracho y a su hija, pues decir que quien nunca tuvo un cerdito, al tener uno anda todo día diciéndole: Quino, quinito.
    
    Con estas mimbres, Carla, la Viuda, que era morena, de ojos negros, muy grandes, alta, con un cuerpazo, buenas tetas, cintura estrecha, buen culo y aún bella, al morir el viejo se creía la reina de Saba.
    
    Sindo tenía dieciocho años y estaba terminando el bachiller superior. Era el único que estudiaba en el pueblo y le pagara sus estudios su tío, el indiano, Carla, que apenas aprendiera a leer y escribir, ya había tenido una aventura con él.
    
    Un día, ya caída la tarde, uno de los criados de la viuda le dijo a Sindo que su ama quería hablar con él. Fue al pazo. Lo recibió en el salón, que estaba amueblado a todo lujo. La Viuda estaba sentada en un sillón que parecía un trono y apoyaba las manos en los brazos. Se había quitado el ...
    ... luto. Llevaba puesto un vestido rojo y unos zapatos del mismo color, de los lóbulos de sus orejas colgaban dos pendientes de oro en forma de aro. Llevaba un reloj de oro en una muñeca y una pulsera del mismo material en la otra. En sus dedos llevaba dos anillos, uno tenía una piedra verde y el otro una que brillaba mucho, luego supo que eran una esmeralda y un diamante. No llevaba el anillo de casada. Estar, estaba seductora, enjoyada, con su largo cabello suelto y sus labios y sus uñas pintadas de rojo, pero no era normal aquella vestimenta para recibirlo. La Viuda, sin levantarse, le señaló un sillón, y le dijo:
    
    -Siéntate, Sindo.
    
    Se sentó. Tenía una mesita delante.
    
    -Abre el sobre que hay sobre la mesita.
    
    Abrió el sobre y vio que tenía varios billetes de mil pesetas. La viuda, le dijo:
    
    -¿Quieres ganarte esas quince mil pesetas para acabar tus estudios?
    
    La iba a sorprender.
    
    -Depende.
    
    Se puso altiva.
    
    -¡¿Cómo qué depende?!
    
    -Si, depende. Estás vestida para una fiesta. ¿Soy yo el plato principal?
    
    -A mí no me vengas con adivinanzas. Si haces todo lo que te diga te llevarás ese dinero.
    
    -¿Estás hablando de sexo?
    
    -Si.
    
    -Entonces me voy.
    
    -¿Te parece poco dinero?
    
    -Me parece que te pasaste tres pueblos. Yo nunca me vendería.
    
    La cara de sobrada de la Viuda, cambió. Ahora era de desilusión.
    
    -Pensé que te gustaría...
    
    La interrumpió.
    
    -¿Pensaste que con ese vestido, con esas joyas y con el dinero me ibas a seducir?
    
    -Si no lo pensara ...
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