1. Fetichismo de pies


    Fecha: 13/02/2018, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sin saberlo, acababa de pulsar el resorte definitivo de mi excitación. Me quedé turbado mirándolos.
    
    -¿Te gustan?
    
    -Ehmm… no. O sea, sí. Son bonitos…
    
    -¿Bonitos? Jajaja Por la mirada que has puesto yo diría que te parecen más que bonitos…
    
    Empezaba a sentirme incómodo. Ese tema siempre ha sido un poco tabú para mí, y no me veía capaz de hablar de ello. No dije nada, pero tampoco encontré la forma de cambiar de tema.
    
    -¿Del uno al diez, qué nota les pondrías?
    
    Contesté sin pensar: -¿Podríamos cambiar de tema, por favor? Pero me acababa de delatar.
    
    Entonces ella me puso los pies enfrente de la cara y me dijo:
    
    -Venga, míralos bien, ¿qué nota les das?
    
    Notaba cómo me palpitaba la polla. Ya no quería cambiar de tema.
    
    -Un… un nueve.
    
    -¿Sólo un nueve?
    
    Entonces me los acercó más, hasta que hicieron contacto con mi cara.
    
    -Un diez. Son un diez.
    
    -Eso ya me gusta más.
    
    Me quedé ahí, con la cara apoyada contra las plantas de sus pies. Estaba en el cielo.
    
    -Lámelos.
    
    Empecé a lamerlos. Ya no cabía en mí de excitación. Entonces ella me desabrochó el cinturón, me bajó los pantalones y sacó mi polla de su corsé. Mi polla palpitaba con furia y ella empezó a masturbarme lentamente mientras le chupaba los pies.
    
    Entonces ella se levantó el camisón, se bajó las bragas y dirigió mi polla hacia su coño. Estaba empapada y entró con facilidad. Empezó a botar arriba y abajo hasta llevarme al límite.
    
    Entonces se separó de mí y me dijo “Quiero que te corras en mis pies”. Y me corrí diez segundos después. Salió la leche a borbotones. Sus pies estaban encharcados y goteaban semen sobre mi pantalón y sobre el sofá.
    
    -Mira qué desastre, Diego… Vas a tener que limpiarlo todo… con la lengua.
    
    Entonces me metió colocó sus pies encharcados de mi semen en la cara. Me dispuse a lamerlos, mientras me pringaba toda la camiseta. Poco después ella se limitó a decir “Me vuelvo a la cama”. Me guiñó un ojo, me tiró un beso y desapareció.
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